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Voto de Rómulo:
9 de marzo de 2019
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The Old Man & The Gun
Este cronista no pudo evitar un cierto sentimiento de tristeza cuando se dispuso a ver “The Old Man & The Gun”, el último trabajo de una leyenda del cine. Robert Redford ya nos anunciaba antes de su estreno que con esta película daba por terminada su brillante carrera cinematográfica. Y sin demérito del resto de su amplísima filmografía -como actor y también como director-, mi memoria mantiene indeleble la frescura de aquellas dos memorables realizaciones que supusieron “Dos hombres y un destino” y “El golpe”, ambas junto a otro luminosa astro de nombre Paul Newman, que ya nos abandonó para volar hacia las estrellas. Pocas veces hemos visto en la gran pantalla una pareja capaz de trasmitir tanta empatía, humor, jovialidad y esa infrecuente sensación de absoluta sintonía entre dos actores que parecían haber sido destinados a inyectar a nuestras vidas una buena y saludable dosis de ilusión y optimismo para, de paso, robarnos el corazón.
En “The Old Man & The Gun”, el joven director estadounidense -también responsable del guion- David Lowery, nos cuenta la historia de Forrest Tucker, un célebre personaje de la vida real cuya verdadera e irrenunciable pasión fue la de robar bancos sin utililizar jamás la violencia, sin perder la sonrisa y mostrando en todo momento modales más propios de un hombre de la alta burguesía que de un atracador de bancos. Y será Redford quien imprima carácter, elegancia y credibilidad a este peculiar ciudadano en la etapa crepuscular de una vida que transcurrió, en su mayor parte, entrando y saliendo en prisiones de las que se fugó en 18 ocasiones. Y para más inri, perpetró su último atraco a la venerable edad de 80 años.
Una vez más, este irrepetible actor no nos defrauda, la historia está muy bien contada, el guion perfectamente articulado cuenta con una impecable ambientación, los diálogos se hilvanan con una inteligente mezcla de ironía y ternura y, finalmente, la música -un ramillete de nostálgicas canciones country- se adecúa como un guante a cada escena, contribuyendo así a elevar la emoción de la trama.
Si Redford cumplirá o no su promesa es algo que sobrepasa mis nulas capacidades adivinatorias, pero he de reconocer que, al menos en este caso, agradecería la incumpliera porque las películas de este genial y ya octogenario californiano me han dejado siempre un agradable sabor de boca.
Emilio Castelló Barreneche
Este cronista no pudo evitar un cierto sentimiento de tristeza cuando se dispuso a ver “The Old Man & The Gun”, el último trabajo de una leyenda del cine. Robert Redford ya nos anunciaba antes de su estreno que con esta película daba por terminada su brillante carrera cinematográfica. Y sin demérito del resto de su amplísima filmografía -como actor y también como director-, mi memoria mantiene indeleble la frescura de aquellas dos memorables realizaciones que supusieron “Dos hombres y un destino” y “El golpe”, ambas junto a otro luminosa astro de nombre Paul Newman, que ya nos abandonó para volar hacia las estrellas. Pocas veces hemos visto en la gran pantalla una pareja capaz de trasmitir tanta empatía, humor, jovialidad y esa infrecuente sensación de absoluta sintonía entre dos actores que parecían haber sido destinados a inyectar a nuestras vidas una buena y saludable dosis de ilusión y optimismo para, de paso, robarnos el corazón.
En “The Old Man & The Gun”, el joven director estadounidense -también responsable del guion- David Lowery, nos cuenta la historia de Forrest Tucker, un célebre personaje de la vida real cuya verdadera e irrenunciable pasión fue la de robar bancos sin utililizar jamás la violencia, sin perder la sonrisa y mostrando en todo momento modales más propios de un hombre de la alta burguesía que de un atracador de bancos. Y será Redford quien imprima carácter, elegancia y credibilidad a este peculiar ciudadano en la etapa crepuscular de una vida que transcurrió, en su mayor parte, entrando y saliendo en prisiones de las que se fugó en 18 ocasiones. Y para más inri, perpetró su último atraco a la venerable edad de 80 años.
Una vez más, este irrepetible actor no nos defrauda, la historia está muy bien contada, el guion perfectamente articulado cuenta con una impecable ambientación, los diálogos se hilvanan con una inteligente mezcla de ironía y ternura y, finalmente, la música -un ramillete de nostálgicas canciones country- se adecúa como un guante a cada escena, contribuyendo así a elevar la emoción de la trama.
Si Redford cumplirá o no su promesa es algo que sobrepasa mis nulas capacidades adivinatorias, pero he de reconocer que, al menos en este caso, agradecería la incumpliera porque las películas de este genial y ya octogenario californiano me han dejado siempre un agradable sabor de boca.
Emilio Castelló Barreneche
