Yo también lloré. Como Alexei.
Una historia que es real, que ha ocurrido (en lo esencial; quizás no con los
mismos detalles, pero eso ¿qué importa?) y que seguirá ocurriendo: hoy
en Irak, o en cualquiera de
los focos en guerra africanos o en otras partes del mundo.
Una película tan antibelicista que te reconcilia con la humanidad. Yo,
además de llorar, capté algo de esperanzador:
quizás si los que firman ejecutorias de guerra y
pueden enviar a otros a ellas vieran la película, quizás digo, sintieran
un picotazo en sus corazones o en sus conciencias
(supuesto que tienen alguna de las dos cosas).