La cueva es una de esas películas en las que es uno de los propios personajes el que graba, intentando así transmitir una mayor sensación de realismo. Vamos, lo que viene siendo hacerte un bruja de Blair de toda la vida.

Esto ya te dice 3 cosas:

- La peli va a ser de miedo.
- El cámara ya puede estar pasándolas muy muy putas que él no va a dejar de grabar en ningún caso. Y es más, si por cualquier desgraciado acontecimiento le pasara algo al encargado de la cámara, llegará otro personaje para, muy amablemente, continuar con la labor de su compañero ofreciéndonos así otro ratito más de película.
- La cámara va a bailar, la imagen va botar, el encuadre va a ir al norte, al sur, al sureste, al suroeste, un poco pa allí y otro poco más para allí, la cámara va a enfocar al suelo, el portador de esta va a saltar, correr y caer, vamos a oír gritos y no vamos a ver nada, vamos a tener visión nocturna y vamos a pestañear 3 mil millones de veces con tanto vaivén.

Una vez que tenemos esto bien presente podemos enfrentarnos ya a la película.

Los 10 primeros minutos me parecieron directamente una mierda. Todo era muy atropellado, muy acelerado, muy tonto y muy absurdo. Estaba deseando que se metieran en la cueva que da título a la película a ver si la cosa mejoraba, porque ni las actuaciones ni las situaciones que veía merecían la pena.

Sin embargo, hay que decirlo, la cosa mejoró enormemente cuando entraron en esa cueva del terror. Tanto es así que absolutamente toda la película es la cueva, la propia cueva como tal y todo lo que en ella sucede, mientras que el inicio de la película no es más que una forma realmente mala de presentarnos la historia. Como si tanto el director como los propios actores dedicasen todos sus esfuerzos en rodar la parte de la cueva y en una tarde, muy a desgana, rodasen esos 10 minutos iniciales.

Y sí, hay que ser muuuuuuu tonto para hacer lo que hacen todos y cada uno de estos papanatas. "Eh mirad, una cueva gigantesca y laberíntica aquí abajo, en medio de un acantilado, a tomar por el culo de cualquier lado, vamos a entrar TODOS a ver hasta donde llegamos". Así, sin que uno se quede fuera por si acaso, sin atarse un cordelillo a la cintura, sin hacer marcas o sin dejar miguitas de pan por el camino se lanzan cueva adentro, se arrastran, se meten por huecos imposibles, caminan a cuatro patas, se meten entre paredes y nos sacan de quicio a todos los que vemos la idiotez que están haciendo.

Cierto es que sin esta idiotez no habría película y, para qué engañarnos, llega a ser bastante entretenida. Además su corta duración ayuda a que veamos una cinta en donde la acción no decae en ningún momento.