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Voto de Caramelo_C:
10
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Acción
Paul Kersey es un vigilante que regresa a Nueva York para visitar a un amigo. pero cuando llega se encuentra con que éste está a punto de morir, víctima de una paliza que le ha propinado la banda de Manny Fraker. Para colmo de males, en ese preciso momento entra la policía y sorprende a Paul sosteniendo un arma en el lugar del crimen. (FILMAFFINITY)
6 de febrero de 2011
31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo difícil hacer una crítica para esta película, aunque se la debo. He descubierto tarde la saga. Me sonaba el argumento del vigilante Bronson tomándose la justicia por su mano y un día me propuse ver la serie.
Empecé con la primera de la saga, escenas de mucha crudeza, y no me convenció en exceso. No cuajaba. Lo intenté con la segunda y más de lo mismo. Insatisfecho, no seguí más.
Una noche, con la tele puesta de fondo, me percato al vuelo: “joder, esta no la he visto”. Puesta por rutina, solo la seguía con el rabillo del ojo. Pero la pillé pronto, achiné los ojos, y pensé “esta es diferente, esta mola más”. Todos los que estábamos a otra cosa acabamos viendo la película y partiéndonos de risa.
El director no quería hacer reír y me da igual, Fleming tampoco quería descubrir la penicilina y a nadie le importa. Porque caballeros, esto es una película de humor, esto es el culmen de las películas del absurdo. Ya quisiera Zucker haber creado esta maravilla.
AUNQUE, para sacarle todo el jugo, se hace necesaria preparación. Hay que cogerla “entonado”, sabiendo que es absurda. Todo en la peli es absurdo, los gamberros, el cincuentón vengador, el barrio infernal, los vecinos puteados…
Los protagonistas son hilarantemente surrealistas. Un prejubilado que da guerra – con gorra y todo -, un héroe sin complejos de edad, un poli de saldo…
La intensidad de la película va in crescendo. Las chorradas van una detrás de otra y el ritmo no decae. Kersey va entregando sus hazañas en dosis cada vez mayores, y el final es apoteósico. Con los videos de youtube, he llorado de risa.
Empecé con la primera de la saga, escenas de mucha crudeza, y no me convenció en exceso. No cuajaba. Lo intenté con la segunda y más de lo mismo. Insatisfecho, no seguí más.
Una noche, con la tele puesta de fondo, me percato al vuelo: “joder, esta no la he visto”. Puesta por rutina, solo la seguía con el rabillo del ojo. Pero la pillé pronto, achiné los ojos, y pensé “esta es diferente, esta mola más”. Todos los que estábamos a otra cosa acabamos viendo la película y partiéndonos de risa.
El director no quería hacer reír y me da igual, Fleming tampoco quería descubrir la penicilina y a nadie le importa. Porque caballeros, esto es una película de humor, esto es el culmen de las películas del absurdo. Ya quisiera Zucker haber creado esta maravilla.
AUNQUE, para sacarle todo el jugo, se hace necesaria preparación. Hay que cogerla “entonado”, sabiendo que es absurda. Todo en la peli es absurdo, los gamberros, el cincuentón vengador, el barrio infernal, los vecinos puteados…
Los protagonistas son hilarantemente surrealistas. Un prejubilado que da guerra – con gorra y todo -, un héroe sin complejos de edad, un poli de saldo…
La intensidad de la película va in crescendo. Las chorradas van una detrás de otra y el ritmo no decae. Kersey va entregando sus hazañas en dosis cada vez mayores, y el final es apoteósico. Con los videos de youtube, he llorado de risa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Paul Kersey es un tipo que no se puede arrimar a nadie, bien sea porque si le caes bien, te liquidan, y le caes mal te liquida él. Le llama un amigo para pasar unos días con él (hay que ser cabrón, llamar para que venga a este barrio), y el amigo dura lo que dura, claro. El barrio es un hábitat curioso. Por un lado están los abuelos puteados, y luego están los jovenzuelos que son los que putean, y poco más. No sé si se ha visto un barrio más degradado alguna vez, hay calles que parecen que están hasta sin asfaltar. Los que están en su salsa son los niños, que siempre aparecen en la calle jugando.
Paul es un tipo con medida. No entra en el barrio con el bazoka, como un elefante en una cacharrería. Eso es para luego. Es un profesional. Se hace amigo de Ben – el tipo legal de la película - , y se informa. Va poco a poco, sin agobios, pero sin dejar para más tarde lo que hay que hacer ahora. Que dos malos necesitan correctivo a la hora de la cena, pues con educación se interrumpe la velada y se hace lo que se tiene que hacer.
Que los trucos con el coche, la cámara, y los pinchitos no dan el resultado deseado, pues se sube el listón. Paul no peca de indeciso. Más tralla.
El tío ya no es el de la primera película. Está hecho un bricomaníaco de los que dejan el DVD grabando para no perderse ningún capítulo. No había google en aquella época, pero igual que encontraba donde comprar el pan, sabía como conseguir herramientas para hacerse su propia munición o el bazoka último modelo. Todo por correo sin moverse de su casa.
Su problema es que sus amigos son buena gente, pero, en fin, no están a lo que están. El viejo Ben se ha pasado media vida con dos ametralladoras en el armario – como no tenía plaza de garaje, no pudo hacerse con el tanque – dándoles mimos, con munición preparada y totalmente listas para actuar. El pobrecito torpe, para una vez que decide hacer algo “ahora vais a ver, hijos de puta” – todavía resuena esta frase en mis oídos - la caga hasta el fondo. Ben, macho, así no podemos ir a ningún sitio.
Paul recurre a métodos más expeditivos, porque el barrio se lo implora. En realidad, él no quería. Hasta el poli no da más de si – ¡que imagen la del poli!, no se cómo describirla, calvo, esmirriado, cincuentón, un perfecto mierda liquidando a tiros la morralla local, impagable –.
A Paul se le acaba la paciencia, y arrea con todo. Como el bonito del norte, pescado uno a uno. A Paul no le para nadie. La pistola no le llega y coge la ametralladora al viejo. No es suficiente y ahora el bazoka, si toca. Si hay que limpiar el barrio, se llega hasta el final.
Lo peor es la violación que aparece. Le hace daño al tono de la peli
Paul es un tipo con medida. No entra en el barrio con el bazoka, como un elefante en una cacharrería. Eso es para luego. Es un profesional. Se hace amigo de Ben – el tipo legal de la película - , y se informa. Va poco a poco, sin agobios, pero sin dejar para más tarde lo que hay que hacer ahora. Que dos malos necesitan correctivo a la hora de la cena, pues con educación se interrumpe la velada y se hace lo que se tiene que hacer.
Que los trucos con el coche, la cámara, y los pinchitos no dan el resultado deseado, pues se sube el listón. Paul no peca de indeciso. Más tralla.
El tío ya no es el de la primera película. Está hecho un bricomaníaco de los que dejan el DVD grabando para no perderse ningún capítulo. No había google en aquella época, pero igual que encontraba donde comprar el pan, sabía como conseguir herramientas para hacerse su propia munición o el bazoka último modelo. Todo por correo sin moverse de su casa.
Su problema es que sus amigos son buena gente, pero, en fin, no están a lo que están. El viejo Ben se ha pasado media vida con dos ametralladoras en el armario – como no tenía plaza de garaje, no pudo hacerse con el tanque – dándoles mimos, con munición preparada y totalmente listas para actuar. El pobrecito torpe, para una vez que decide hacer algo “ahora vais a ver, hijos de puta” – todavía resuena esta frase en mis oídos - la caga hasta el fondo. Ben, macho, así no podemos ir a ningún sitio.
Paul recurre a métodos más expeditivos, porque el barrio se lo implora. En realidad, él no quería. Hasta el poli no da más de si – ¡que imagen la del poli!, no se cómo describirla, calvo, esmirriado, cincuentón, un perfecto mierda liquidando a tiros la morralla local, impagable –.
A Paul se le acaba la paciencia, y arrea con todo. Como el bonito del norte, pescado uno a uno. A Paul no le para nadie. La pistola no le llega y coge la ametralladora al viejo. No es suficiente y ahora el bazoka, si toca. Si hay que limpiar el barrio, se llega hasta el final.
Lo peor es la violación que aparece. Le hace daño al tono de la peli