El cine de Stephen Soderbergh combina el taquillazo con la obra de autor, y es capaz de moverse en géneros y tonos contrapuestos. El director estadounidense toma este proyecto con tufillo de encargo y consigue darle cierta personalidad en la forma. De temática socialmente señalada y condenada por prejuicios, la historia falla precisamente en su intención de alejarse de estos ambientes. La trama avanza con pinceladas de turbiedad, convirtiendo el relato en indefinido y plano. La peor decisión la toma Soderbergh al no apostar de lleno por el cariz cómico de la obra, cercano al de "Ocean's Eleven" (2001). Una innecesaria densidad dramática se apodera de la narración y acrecienta las flaquezas de guion. Al menos, la segunda parte de esta saga aprende del error.

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