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8

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8
8.1
90,893
Thriller. Intriga. Drama
Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
8 de noviembre de 2009
8 de noviembre de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo en esta película me lleva a los clásicos, a los de la pantalla. Reconozco los planos cortos del drama romántico (Casablanca), el guión de la trama criminal (Sed de mal) y el personaje empeñado en pasados que duelen (Orson). La felicidad consiste en enmendar errores, cuanto menos, en resolverlos.
Espósito, al más puro estilo Bogart, está encarcelado en un tiempo anterior que lo atormenta: nunca pudo con un caso de violación y nunca pudo confesar su amor a la doctora Irene, la Bergman Argentina, cuya irresistible sonrisa guarda para su novio, solamente. Y ahora él, Benjamín Espósito, a su jubilación, quiere enderezarlo todo en una novela, el caso y su amor tienen una segunda oportunidad después de veinticinco años. Buscando en el recuerdo encuentra lo que no tuvo, atrás quedó el pánfilo de ojos azulísimos. La inalcanzable doctora de familia bien.
En el diálogo cinematográfico es palpable la lucidez de Campanella que abusa, muy sabiamente, de los ojos y de los gestos nimios para conmovernos; también en las palabras que cambian Darín y Villamil se puede traducir la veneración y el castigo de quien se ama, a qué no decirlo, entre las sentencias y el mármol frío de un juzgado penal. El personaje de Francella, Sandoval, sobresale entre los muy buenos secundarios. La fotografía está muy bien y la música, difícilmente, mejorable.
Pero algo no termina de convencerme: un tufillo comercial merodea sobre el proyecto. No me gusta la idea latente de simplificarlo todo para hacerlo más accesible, se corre el peligro de convertir una buena película en una película cualquiera, y de ingenuo sabor americano. Obviando este detalle, el resultado es notable.
Espósito, al más puro estilo Bogart, está encarcelado en un tiempo anterior que lo atormenta: nunca pudo con un caso de violación y nunca pudo confesar su amor a la doctora Irene, la Bergman Argentina, cuya irresistible sonrisa guarda para su novio, solamente. Y ahora él, Benjamín Espósito, a su jubilación, quiere enderezarlo todo en una novela, el caso y su amor tienen una segunda oportunidad después de veinticinco años. Buscando en el recuerdo encuentra lo que no tuvo, atrás quedó el pánfilo de ojos azulísimos. La inalcanzable doctora de familia bien.
En el diálogo cinematográfico es palpable la lucidez de Campanella que abusa, muy sabiamente, de los ojos y de los gestos nimios para conmovernos; también en las palabras que cambian Darín y Villamil se puede traducir la veneración y el castigo de quien se ama, a qué no decirlo, entre las sentencias y el mármol frío de un juzgado penal. El personaje de Francella, Sandoval, sobresale entre los muy buenos secundarios. La fotografía está muy bien y la música, difícilmente, mejorable.
Pero algo no termina de convencerme: un tufillo comercial merodea sobre el proyecto. No me gusta la idea latente de simplificarlo todo para hacerlo más accesible, se corre el peligro de convertir una buena película en una película cualquiera, y de ingenuo sabor americano. Obviando este detalle, el resultado es notable.