Dos personajes se encierran en una mansión y en aquél lugar discuten con un estilo muy bobo e inglés, sus diferencias por la mujer del primero.
Amigos lectores de esta crítica, vamos a olvidarnos de los famosos intérpretes y del famoso director y hablaremos claro. La huella es una película insoportable, pesada y aburrida. Llegar al final del visionado ya es toda una proeza de fuerza de voluntad. Tiene una puesta en escena tan y tan británica, que consigue acabar con la paciencia del más paciente espectador.
Los decorados y la mansión donde transcurre la cinta, son de las pocas cosas dignas de elogio. Los dos únicos intérpretes del film, sobreactuan con una indolencia pasmosa. Laurence Olivier muy por debajo de sus posibilidades y Michael Caine en su línea habitual de mediocridad.
Resumiendo: Pese a quien pese, sobrevalorada y exasperaste. No la recomiendo.