Rara sí es un rato, lo cual no quiere decir que sea excelente o una joya oculta. De su rareza no tiene culpa alguna que se trate de una producción sueca, una mentalidad y un enfoque de la vida muy distinto al de nuestro día a día. De igual forma sentí que ambos protagonistas son cuasi imposibles de empatía, encontré una enorme distancia pantalla-espectador quizás debido a la gelidez en los personajes, condición reiterada en el cine de autor sueco.

Pero acabemos ya con los rodeos. Este experimento visual es un concienzudo compendio de fealdad, no sólo física en primer momento, sino también psíquica y moral durante el desarrollo de la trama. Y si no sabes, como fue mi caso, que te vas a encontrar cuando te dispones a ver esta película, resulta un jarro de agua fría, congelada, más gélida que los paisajes que aparecen durante la historia, los cuales me parecieron lo único verdaderamente bello de todo el tinglado.

"Border" se regocija siendo una oda a lo grotesco, a lo deliberadamente asqueroso, escatológico o moralmente perverso y no hay que buscar más lecturas filosóficas y metafísicas de lo que realmente hay bajo la alfombra.
Sí, un argumento muy simple, con resolución predecible, aderezado con toques entre fantásticos (de fantasía, claro está) y surrealistas que no resisten el menor análisis si es que de una película seria hablamos, distinguida, como pretende presumir ésta.

Además de fea, "Border" es extremadamente lenta y ciertamente creo que de haberse recortado medio metraje no se notaría cambio alguno. Si acaso se pasaría antes el mal sabor de boca por todo lo desagradable contemplado, más la tremenda decepción de no sacar nada en limpio tras haberla terminado de ver.

Sólo recomendada para gafapastas morbosos. Para el resto de humildes mortales será tan atractiva como pegarse un atracón de gusanos frescos a todas horas.