Lo del “II” del título viene a que ya tengo otra crítica con el mismo nombre dedicada a “Serpientes en el avión”, película que no tiene absolutamente nada que ver con esto, evidentemente, pero de la que tenía que decir más o menos lo mismo:

Quizás alguien, al ver en el poster promocional del de “Dead or Alive”, pensó que se trataba de la adaptación de una obra de kierkegaard o quizás una revisión "recauchatada" del “A puerta cerrada” de Sartre. Es lógico: cinco tías buenas con modelitos chupiguais blandiendo katanas en actitud “cuidadito, nene” sugieren exactamente eso: que la película tiene toda la pinta de ser una íntima introspección en la angustia existencia del hombre contemporáneo, inmerso en una sociedad hostil, alienante y crecientemente decadente. ¿Verdad?

Pues no. Por “extraño” que pueda parecer, esto, que no es más que la adaptación directa y desacomplejada de uno de los videojuegos más (agradablemente) descerebrados de la XBox, va de un grupo de tías buenas que se dedican a repartir estopa a diestro y siniestro mientras lucen palmito. Y como tal cumple. Porque… ¿Están las tías lo suficientemente buenas? ¿Enseñan la suficiente carnaza? Indudablemente: la mitad de la peli son planos de glúteos marmóreos y pechos turgentes cual crías mellizas de gacela paciendo entre azucenas. ¿Están bien coreografiadas las peleas, resultan “molonas”? ¿Son divertidas? Por supuesto. Alguna, de hecho, como la del campo de bambúes, es vibrante y está objetivamente muy bien hecha.

Así que, ¿dónde está el problema?

En efecto, y sarcasmos aparte, la película es de una sinceridad encomiable: da exactamente lo que promete: entretenimiento descerebrado, ramplón, adolescente y pajillero; como tal es irreprochable. Pero es más: el hecho es que, más allá de los aspavientos de alguno de por aquí (que tras crucificar esta pobre peliculilla indefensa -¡abusones!- le pondrán un diez a la mayor mierda falsaria y pretenciosa tipo Origen) , la película es técnicamente más que digna: la fotografía no solamente cumple, sino que resulta agradable y, en ocasiones, hasta elegante y las coreografías están, como ya he dicho, muy bien rodadas. Además, su humor, naíf e ingenuo, resulta medianamente simpático y nada ofensivo a la inteligencia.

Repito: ¿Dónde está el problema?

En definitiva, una películilla de tres al cuarto que, sin embargo, resultará perfectamente disfrutable a cualquier (tío) dispuesto a resetear el disco duro durante hora y media y recrearse en algo tan primario como un buen culo o una buena ensalada de hostias con sus correspondientes coreografías lisérgicas. En el fondo, nos da mucho más que miles de títulos mucho más vacuos, pretenciosos y falsarios.