Entre mis películas favoritas de un tema que me apasiona como es el carcelario, se encuentran la fuga de alcatraz, cadena perpetua y esta que nos trae aquí. Quizás por la realidad y crudeza esta última es la que me pone los pelos más de punta.

El expreso de medianoche aún estando basada en hechos reales, no nos muestra toda una realidad en dos horas de proyección. Billy Hayes después de su experiencia desagradable en Turquía, escribió un libro para que el resto del mundo supiera por lo que había pasado, pero esto no lo exculpa de su delito. Recordemos que es debidamente arrestado y encarcelado por posesión y contrabando de hachís, aquí no hablamos de una injusticia con un inocente. Es más, abiertamente reconoce en su libro que era un consumidor asiduo de drogas, cosa que se acentuó aún más al entrar en prisión. Los maltratos eran constantes a su alrededor, incluso a su persona, pero han tenido la delicadeza de no ser morbosos en este asunto en la historia. Se insinúa más de lo que se muestra. Gran acierto de cara al espectador. Por otro lado, se produjeron violaciones hacia los internos, pero jamás al propio Billy, quien si experimentó una homosexualidad consentida durante su instancia en la cárcel turca como cuenta en el libro, pero niega en una escena de la película, para conseguir una América pura a los ojos del mundo. Tampoco mata a ningún guardia como veremos, eso hecho se produjo mucho antes y por otro prisionero.

La película tuvo gran repercusión, porque a pesar de que el protagonista daba la apariencia de ser el americano modelo, cariñoso con su novia y con sus padres y sin antecedentes, mucha gente comenzó a odiar al pueblo turco por el film, cuando realmente si aquí hay un culpable es el propio Billy. Con los años acudió a Turquía a pedir perdón por el daño causado por la película.

Hay escenas realmente impactantes bajo mi punto de vista. La cárcel me recordó a las vistas en latinoamérica, donde todos se juntan y viven como ratas. Las puertas abiertas, pasadizos por aquí y por allá, los guardias se ven poco y casi siempre para impartir castigos. Cuando el chaval pierde la cabeza en dos momentos precisos, al escuchar la sentencia del segundo juicio e insulta a los allí presentes y cuando le arranca la lengua al chivato. Y reconozco que jamás creí que ver unos pechos en pantalla me iban a resultar algo más bien penoso que excitante.

Sin duda una obra maestra que ha sabido envejecer con el paso del tiempo.