No me voy a extender demasiado con ésta crítica porque la verdad es que no hay mucho que contar. Normalmente no suelo ver películas de sobremesa los fines de semana porque son casi en su mayoría de los casos dramas y para dramas ya tenemos el panorama diario al cual nos enfrentamos. Pero de vez en cuando te engancha alguna historia en el comienzo y luego ya no la puedes dejar.

En el caso de Kennedy Hansen me quedo con el mensaje que nos quiere transmitir la historia, que no tiene nada que ver con creencias religiosas y religión. Otros podrán decir que si por el desarrollo de los acontecimientos. A mi personalmente me ganó la forma de tomarse las cosas la niña, como sabiendo la enfermedad tan compleja que tenía, no se hacía la víctima o buscaba dar lástima. Por desgracia era lo que le había tocado vivir o malvivir y se centraba en disfrutar de todos y de todo lo que la rodeaba. En sus limitaciones buscaba conexiones de felicidad como las chicas de su edad, salir con chicos o ser animadora del equipo del instituto.

Lo del mensaje religioso se lo dejo a los más creyentes.