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Voto de mimoca:
8
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6.3
29,476
Thriller. Drama. Terror
A una mujer (Jennifer Lawrence) le pilla por sorpresa que su marido (Javier Bardem), un escritor en pleno bloqueo creativo, deje entrar en casa a unas personas a las que no había invitado. Poco a poco el comportamiento de su marido va siendo más extraño, y ella empieza a estresarse y a intentar echar a todo el mundo.
2 de octubre de 2017
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ver esta obra resulta una experiencia dura, desagradable y excesiva independientemente de si quien la ve conecta con el cine que realiza habitualmente Darren Aronofsky.
Lo será más para aquellos que busquen un film de terror, un thriller psicológico o entretenimiento (el cine de entretenimiento no tiene nada de malo, requiere de mucho talento hacerlo bien, simplemente, cada género tiene unos códigos y provoca distintas sensaciones) porque mother! no cumplirá las expectativas, es más, posiblemente herirá muchas sensibilidades.
Esta obra es más bien un grito de rabia al vacío con forma de alegoría, es decir, una representación que transmite su mensaje a través de símbolos.
La historia por sí misma no se sostiene, ni siquiera en fragmentos, e inevitablemente provoca distanciamiento, aunque haya quien vea una pesadilla o parte del proceso artístico, yo sólo vi símbolos nada sutiles.
Darren Aronofsky acostumbra a sumergirse en el lado más oscuro de la mente del ser humano en todas sus obras, destruye por completo a sus personajes, ya sea a través de drogas, soledad o descendiendo por el abismo de la locura, hasta llegar a la oscuridad más absoluta. En ese momento, a través de la fragmentación, también se llega a contemplar una cierta esencia, lo que hace vislumbrar mejor la luz.
Esta obra técnicamente posee un gran sonido y resulta un tour de force con demasiado movimiento, ya que al intentar huir de lo estático del único escenario de una casa, de forma octogonal asemejándose al cerebro humano, el director peca de exceso.
Se trata de una obra cíclica, su secuencia de apertura es el fin de un ciclo para dar comienzo a otro, un ciclo en sí mismo de vida y muerte, con una única esperanza, la de que analizando y conociendo lo que esta mal, puede cambiarse, antes de llegar al final.
Lo será más para aquellos que busquen un film de terror, un thriller psicológico o entretenimiento (el cine de entretenimiento no tiene nada de malo, requiere de mucho talento hacerlo bien, simplemente, cada género tiene unos códigos y provoca distintas sensaciones) porque mother! no cumplirá las expectativas, es más, posiblemente herirá muchas sensibilidades.
Esta obra es más bien un grito de rabia al vacío con forma de alegoría, es decir, una representación que transmite su mensaje a través de símbolos.
La historia por sí misma no se sostiene, ni siquiera en fragmentos, e inevitablemente provoca distanciamiento, aunque haya quien vea una pesadilla o parte del proceso artístico, yo sólo vi símbolos nada sutiles.
Darren Aronofsky acostumbra a sumergirse en el lado más oscuro de la mente del ser humano en todas sus obras, destruye por completo a sus personajes, ya sea a través de drogas, soledad o descendiendo por el abismo de la locura, hasta llegar a la oscuridad más absoluta. En ese momento, a través de la fragmentación, también se llega a contemplar una cierta esencia, lo que hace vislumbrar mejor la luz.
Esta obra técnicamente posee un gran sonido y resulta un tour de force con demasiado movimiento, ya que al intentar huir de lo estático del único escenario de una casa, de forma octogonal asemejándose al cerebro humano, el director peca de exceso.
Se trata de una obra cíclica, su secuencia de apertura es el fin de un ciclo para dar comienzo a otro, un ciclo en sí mismo de vida y muerte, con una única esperanza, la de que analizando y conociendo lo que esta mal, puede cambiarse, antes de llegar al final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Bajo el argumento de una casa en la que habitan un poeta, el creador, y su mujer, su inspiración, en lo que parece un pequeño paraíso en construcción, se muestran de forma clara un gran cantidad de símbolos de todo tipo,
en una alegoría algo burda, con aspectos religiosos, psicológicos y sociopolíticos. Y poco a poco degenera en una vorágine desesperada y violenta.
Como si mirásemos a través de un espejo deformado se nos muestra lo peor de la condición humana paso a paso, degradándose y degradándonos con ella.
Los símbolos van desde la religión, el génesis, con la cicatriz en las costillas de Adán, la lucha entre hermanos de Caín y Abel, derramando una sangre que es una mancha para la humanidad y que ya nunca se iría, ranas y langostas, el texto del poeta o biblia donde cada uno ve lo que quiere ver, entre muchos otros, para mostrar la relación entre Él (Dios) y la madre naturaleza, en su casa, la Tierra.
A esta comienzan faltandole al respeto o tomando demasiadas confianzas hasta llegar a un punto cada vez más caótico y veloz, como nuestros tiempos, donde la crueldad se adueña de todo a un ritmo vertiginoso y se pierden la mesura y el control en una obra parcial que cambia la objetividad por su mensaje, una distorsión del alma humana en la que pese a todo, el amor sigue siendo la fuerza motora.
Y en la que siguen habiendo destellos de compasión, humanidad y gente que quier hacer lo correcto (cómo el soldado al ayudar) en un tiempo y circunstancias cada vez más complicados.
en una alegoría algo burda, con aspectos religiosos, psicológicos y sociopolíticos. Y poco a poco degenera en una vorágine desesperada y violenta.
Como si mirásemos a través de un espejo deformado se nos muestra lo peor de la condición humana paso a paso, degradándose y degradándonos con ella.
Los símbolos van desde la religión, el génesis, con la cicatriz en las costillas de Adán, la lucha entre hermanos de Caín y Abel, derramando una sangre que es una mancha para la humanidad y que ya nunca se iría, ranas y langostas, el texto del poeta o biblia donde cada uno ve lo que quiere ver, entre muchos otros, para mostrar la relación entre Él (Dios) y la madre naturaleza, en su casa, la Tierra.
A esta comienzan faltandole al respeto o tomando demasiadas confianzas hasta llegar a un punto cada vez más caótico y veloz, como nuestros tiempos, donde la crueldad se adueña de todo a un ritmo vertiginoso y se pierden la mesura y el control en una obra parcial que cambia la objetividad por su mensaje, una distorsión del alma humana en la que pese a todo, el amor sigue siendo la fuerza motora.
Y en la que siguen habiendo destellos de compasión, humanidad y gente que quier hacer lo correcto (cómo el soldado al ayudar) en un tiempo y circunstancias cada vez más complicados.