Qué pena, porque "Los misteriosos asesinatos de Limehouse" resultaba de entrada muy atrayente bajo la fórmula de terror victoriano, quien dice victoriano dice en un horquilla entre 1870 y 1922-23. Aquí para ser precisos nos encontramos en el Londres de 1880 pero aunque la factura de la película es inglesa hay una nota de color española por parte de su director, Juan Carlos Medina, aunque nació en Miami, y de María Valverde, que al final es lo mejor de este trabajo, atención a cuando va de criada. Aunque dicho sea de paso, su personaje es un desastre, lo que da validez retrospectivamente a eso que decían nuestros abuelos o bisabuelos, de que ser actor era una profesión horrible y que las actrices, además de pasar penalidades y llevar una vida viciosa, pobre y desordenada, eran prácticamente prostitutas, si es que todo no formaba parte de lo mismo (SPOILER).

Para haceros una idea, la película, que se basa en la novela del británico Peter Ackroyd "Dan Leno and the Limehouse Golem" (1994), viene a ser una mezcla de Jack el Destripador con Sherlock Holmes, aderezado con un toque gore a lo "Seven" (1995). Pero claro, si lo que esperamos es terror nos hemos equivocado porque lo que hay aquí es un simple thriller pero de época, no hay nada paranormal y el golem, lejos de referirse a la misteriosa figura del folclore judío, es el simple apodo que le dan a un asesino en serie. Aún así podría estar bien por la intriga pero lo cierto es que aunque la película se ve con facilidad, incluso es entretenida, tiene menos misterio que el mecanismo de un botijo. Al minuto sabemos con certeza quién es realmente el golem pero el guión mantiene la "sorpresa" merced a una pésima investigación, varios sinsentidos y algún gazapo.