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5
Drama País Vasco, 1609. Los hombres de la región se han ido a la mar. Ana participa en una fiesta en el bosque con otras chicas de la aldea. El juez Rostegui, encomendado por el Rey para purificar la región, las hace arrestar y las acusa de brujería. Decide hacer lo necesario para que confiesen lo que saben sobre el akelarre, ceremonia mágica durante la cual supuestamente el Diablo inicia a sus servidoras y se aparea con ellas. (FILMAFFINITY)
25 de junio de 2022
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de acercarse a la presente "Akelarre" conviene tener en cuenta varios elementos para no perderse en interpretaciones falsas y políticamente interesadas sobre el complejo y extraño fenómeno de la caza de brujas. La primera, la interpretación en clave feminista que Pablo Agüero compra, que es un grosero anacronismo, máxime si sabemos que entre un tercio y un quinto de los perseguidos por el delito de brujería durante la Edad Moderna eran precisamente hombres. Pero también, que la inmensa mayoría de víctimas no eran jóvenes y bellas muchachas sino mujeres ancianas, viudas, solitarias y vulnerables que las comunidades podían sacrificar como una especie de chivo expiatorio; que este fenómeno era cosa de protestantes pero no de la católica España, lo que es medio cierto. En España hubo pocos casos pero no exactamente por la "juiciosa" religión católica, que por supuesto criminalizaba la brujería, tampoco hubo apenas en la luterana Finlandia o en la Rusia ortodoxa, sino por la ausencia de una serie de factores de inestabilidad que sí se dieron en la gran zona de caza de brujas, Alemania, Suiza y Países Bajos; que el fenómeno se debía a la incultura y al atraso frente a la razón moderna, al contrario, las áreas con las ideas y costumbres más tradicionales fueron donde menos violencia hubo. Por último, que en ningún momento se dice en la película que estemos en España. En cambio resulta evidente que nos encontramos en el reino de Francia.

Con toda esta información a nuestras espaldas podemos viajar al País Vasco francés del año 1609 para disfrutar de "Akelarre" sin demasiados problemas. Es cierto que la película tampoco es que sea una obra sobresaliente, su trama es pobre, su resolución es tramposa e innecesariamente ambigua, sus tics progres-feministas pueden resultar a veces molestos, su festivo número final es más bien digno de Eurovisión y su empeño por dibujar a las perseguidas como más listas que los perseguidores, poco creíble. Sin embargo, acierta en lo fundamental. Es decir, en la recreación de todo el proceso brujeril, se nota que Agüero y compañía se han documentado, no en vano se inspira en la obra de un juez encargado de investigar todos estos fenómenos, Pierre de Lancre. A lo que hay añadir la fuerte empatía que te generan este grupo de chicas acusadas tan injustamente. En este sentido, el trabajo de Amai Aberasturi (precioso su vestido amarillo) es notable, con una mezcla explosiva de inocencia, picardía y sensualidad, que nos deja una de las mejores escenas eróticas de los últimos años, ante un abrasado Rostegui (muy bien Alex Brendemühl). Y es que es evidente que la figura de la bruja, con todo lo que lo rodea, empezando por el clásico trato carnal con los demonios, se ha convertido por derecho propio en una de las más erotizadas de la historia y todavía mito erótico actual, aunque ahora el feminismo intente darle otra interpretación no sexista.
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