Serie de 40 capítulos agrupados en cuatro temporadas de diez entregas cada una, ambientada durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1775-1783). O siendo más exactos, la red de espionaje que la inteligencia de Washington creó para decantar la balanza a favor de los patriotas frente a los tories o lealistas a la Corona. Aunque al principio no lo piensas, una de las cosas más curiosas de "Turn" es que prácticamente todos los personajes que aparecen son históricos y aunque supongo que en muchos casos se tomarán abundantes licencias con los mismos, a grandes líneas es más o menos verídica, quedado retratados famosos lances como la batalla de Trenton (1776) o la de York (1781). Por su puesto, junto a los famosos George Washington, Benedict Arnold o Robert Rogers aparecerán un buen número de personajes muy poco conocidos, salvo para los especialistas en la historia norteamericana. Con permiso del Círculo de Culper, que es el que tiene más peso, las figuras más interesantes con diferencia son las de los británicos, quizá por el halo de derrota que arrastran consigo. Por ejemplo, el mayor Hawlett, cuyo desgarro amoroso sirve como metáfora de la imposibilidad de unión entre América y el Reino Unido; John André, el mejor representante de la nobleza inglesa, otro símbolo de la derrota de la Corona; incluso, el coronel Simcoe, que si pese a su maldad se había ganado extrañamente nuestras simpatías, se redime por completo en el último capítulo. Como dijo alguien que no me acuerdo, nunca se puede saber lo que guarda el corazón de un hombre.

"Turn" está bien recreada, es seria y tiene mucha intriga, aunque a veces puede ser algo confusa por la cantidad de nombres y porque no nos acordemos de un capítulo a otro. Dicho esto, otra cosa que me ha gustado es que pese a ser una producción estadounidense, no es excesivamente antibritánica, lo cual tiene mérito, visto por ejemplo lo que se hace en España. Tampoco hay que engañarse, siempre queda claro quiénes son los buenos y quiénes los malos. Pero a pesar de todo, "Turn" rehúye la propaganda más fácil y el idealismo más ingenuo para mostrarnos que los patriotas no eran tan buenos y que los tories no eran unos monstruos. De hecho, la realidad fue más bien justo al contrario. Así expresamente se reconoce en la recta final: "La Revolución nunca acaba. Fue santificada como un triunfo de los justos sobre los malvados pero las líneas de la batalla no fueron claras. La verdadera guerra, la guerra entre el bien y el mal la libramos en nuestro interior". Así, por ejemplo, veremos cómo los republicanos, incluido a Washington, sojuzgan a los negros mientras que los lealistas los emancipan, incluida una dramática evacuación rumbo a Nueva Escocia huyendo de la esclavitud en el supuesto país de la libertad recién alumbrado. Igualmente los indios también se pusieron a favor de la Corona. En cualquier caso, junto a algunos momentos más intensos, es precisamente este demoledor epílogo lo que me ha hecho subirle un punto, una confesión de la perfecta inutilidad de la guerra y un reconocimiento a la nobleza de sus héroes, sean del bando que sean. Con todo, ¡vivan los tories!