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Ciencia ficción. Aventuras. Bélico. Acción. Fantástico. Romance
Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington), un ex-marine condenado a vivir en una silla de ruedas, sigue siendo, a pesar de ello, un auténtico guerrero. Precisamente por ello ha sido designado para ir a Pandora, donde algunas empresas están extrayendo un mineral extraño que podría resolver la crisis energética de la Tierra. Para contrarrestar la toxicidad de la atmósfera de Pandora, se ha creado el programa Avatar, gracias al cual los seres ... [+]
14 de noviembre de 2013
14 de noviembre de 2013
18 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni más ni menos que la película más taquillera de la historia a nivel mundial, al menos en términos brutos, que si nos fijamos en la inflación bajaría al puesto 14. En realidad, y para ser claros, "Avatar" es bastante cutre, qué diálogos más penosos, pero estos tiempos que corren también lo son lo cual hace que encajen a la perfección. De ahí la gran masa que se ha dejado conquistar por este trabajo de James Cameron pero también que me vea obligado a nadar a contracorriente una vez más. Como dijo alguien que no recuerdo, el reaccionario no se hace, sino que lo hacen los demás cuando empiezan a desvariar. Yendo al grano, lo primero que hay que decir que esto no es cine sino un videojuego hortera en el que no puedes participar. Todo en 3D, digital y pixelado pero más falso que un billete de 17 pesetas y media. Hasta la hierba no es real cosa que además de notarse y aburrir, revela que en sólo cuatro años esta obra ha quedado desfasada tecnológicamente. "Avatar", por emplear la informática en vez del lápiz y la mano del hombre, es tremendamente fea, carente de gracia y hasta de alma.
Aclarado este punto, la película tiene poco más que ofrecer con una historia de lo más trillada que me duele que comparen con la genial "Bailando con lobos" (1990) y hasta con la sugerente "Pocahontas" (1995). Más bien la emparejaría con el aborto de "Atlantis" (2001). Cansina, falta de toda emoción, atención al insípido encuentro romántico, y repetitiva, otra vez los indígenas perfectos dando lecciones y tan iguales que son inmensamente superiores a los humanos, tanto que los desprecian, para más señas occidentales, blancos y hombres, que sí no, son buenos, o bien el antiimperialismo de pacotilla. Evidentemente la película es una mentira enorme. Observad que no hay medicinas pero no enferman, no hay ciencia pero saben de todo, no tiene armas de fuego pero vencen con flechas, no tiene ropa pero no pasan frío, no usan jabón pero están limpios, no sé que comen si es que lo hacen, pero no tienen hambre, no tienen aviones pero vuelan, etc. Por supuesto, son una especie de democracia donde todos los derechos son respetados, incluso la igualdad femenina, faltaría más.
Con todo, lo que resulta más insultante a la vez que triste es que estamos presenciando en directo la derrota del ser humano. Diría que estamos cansados no sólo de la civilización sino del propio concepto de humanidad. Mejor ser una piedra, una máquina, un caballo o en este caso, una mezcla de pitufo gigante y elfo con rasgos atigrados, lo cual por cierto, hace de este amorío una aberración. En este sentido, el final es revelador de este mensaje moderno: el hombre convertido en una carcasa. En el fondo, James Cameron se traiciona a sí mismo respecto a la magistral "Aliens" (1986) con la que guarda un ligero parecido. En "Avatar" vemos ya la inversión de valores de nuestro siglo: los marines son los malos y los monstruos planetarios, los buenos. Supongo que el espectador debe identificarse con la bestia cuando mastica al humano "fascista". Adiós a la grandeza de Ripley, a la hombría de Hicks, al valor de Vasquez, a la resistencia de Newt, adiós al sacrificio, a la lealtad, a la empatía de pertenecer a la misma especie, amar, sentir, pensar, creer, soñar, ser simplemente humanos.
Aclarado este punto, la película tiene poco más que ofrecer con una historia de lo más trillada que me duele que comparen con la genial "Bailando con lobos" (1990) y hasta con la sugerente "Pocahontas" (1995). Más bien la emparejaría con el aborto de "Atlantis" (2001). Cansina, falta de toda emoción, atención al insípido encuentro romántico, y repetitiva, otra vez los indígenas perfectos dando lecciones y tan iguales que son inmensamente superiores a los humanos, tanto que los desprecian, para más señas occidentales, blancos y hombres, que sí no, son buenos, o bien el antiimperialismo de pacotilla. Evidentemente la película es una mentira enorme. Observad que no hay medicinas pero no enferman, no hay ciencia pero saben de todo, no tiene armas de fuego pero vencen con flechas, no tiene ropa pero no pasan frío, no usan jabón pero están limpios, no sé que comen si es que lo hacen, pero no tienen hambre, no tienen aviones pero vuelan, etc. Por supuesto, son una especie de democracia donde todos los derechos son respetados, incluso la igualdad femenina, faltaría más.
Con todo, lo que resulta más insultante a la vez que triste es que estamos presenciando en directo la derrota del ser humano. Diría que estamos cansados no sólo de la civilización sino del propio concepto de humanidad. Mejor ser una piedra, una máquina, un caballo o en este caso, una mezcla de pitufo gigante y elfo con rasgos atigrados, lo cual por cierto, hace de este amorío una aberración. En este sentido, el final es revelador de este mensaje moderno: el hombre convertido en una carcasa. En el fondo, James Cameron se traiciona a sí mismo respecto a la magistral "Aliens" (1986) con la que guarda un ligero parecido. En "Avatar" vemos ya la inversión de valores de nuestro siglo: los marines son los malos y los monstruos planetarios, los buenos. Supongo que el espectador debe identificarse con la bestia cuando mastica al humano "fascista". Adiós a la grandeza de Ripley, a la hombría de Hicks, al valor de Vasquez, a la resistencia de Newt, adiós al sacrificio, a la lealtad, a la empatía de pertenecer a la misma especie, amar, sentir, pensar, creer, soñar, ser simplemente humanos.