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Terror
Varios jóvenes de una pequeña localidad tienen habitualmente pesadillas en las que son perseguidos por un hombre deformado por el fuego y que usa un guante terminado en afiladas cuchillas. Algunos de ellos comienzan a ser asesinados mientras duermen por este ser que resulta ser Freddy Krueger, un hombre con un pasado abominable. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2012
6 de diciembre de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué gran idea la de Wes Craven, ideando este personaje de jersey a rayas y llegando a la quintaesencia del horror, haciéndonos daño donde más duele, allí donde somos más vulnerables: nuestros sueños. Y es que parece que no hay forma de escapar ni de la necesidad vital de dormir, ni de la presencia de este abominable monstruo. Recuerdo que de niño era uno de los pocos personajes que realmente me causaba pavor, no tanto por las películas en sí, sino por lo que significaba. Quién me iba asegurar que estando ya en cama, cuando se apagaran las luces y cerrara los ojos, no iba a soñar con el terrible Freddy. Confieso haber estado minutos y minutos temiendo dormirme por tal de evitar esta posibilidad. Por si fuera poco, fijaos que también se puede tener un sueño normal y corriente en el que apareciera este ser. Pero entonces, ¿cómo sabremos que es una simple pesadilla? ¿No será en verdad Krueger que viene a por nosotros? Espeluznante.
Claro que visto casi 30 años más tarde, lo que es miedo, miedo no pasa uno. Sin embargo, muy pocos trabajos han significado tanto como "Pesadilla en Elm Street". No sólo por su famosísimo villano, sino porque está plagada de secuencias míticas, prácticamente inolvidables: la mano que sale de la bañera, la chica atascándose en las escaleras o el geiser de sangre. Y es que esta legendaria película se convirtió en un icono de los 80 y principios de los 90, en todo un fenómeno social, cosa nada fácil de hacer. Además, Wes Craven dio un salto enorme en el género de terror inaugurando, digamos, la temática de la leyenda urbana. Si hasta ahora la cosa iba de monstruos clásicos como el conde Drácula o la momia, extraterrestres o psicópatas, con en este trabajo hizo carta de presentación el personaje directamente salido del folclore popular moderno. Eso de que, "sabes, hay un tipo que si sueñas con él, te acaba matando".
Cinematográficamente hablando "Pesadilla en Elm Street" se mueve como pez en el agua en la línea que separa la vigilia y el sueño. Con una gran fluidez Craven nos introduce en las extrañas pesadillas de este grupo de adolescentes, sin demoras, pero de una forma bastante realista, y en definitiva, con el encanto juvenil de todo buen clásico ochentero. De hecho la trama es simple aunque con mucha lógica. De todos modos hay muchos detalles sobre el tal Freedy Krueger que desconocemos, sobre todo, cómo se le mata, bajo qué reglas actúa o porqué adquirió ese extraño poder, puntos que supongo se irán despejando en sucesivas entregas. Ahora bien, con una gran ambientación, banda sonora y fotografía, las pesadillas resultan angustiosas, siendo en conjunto la película, si no terrorífica, sí muy inquietante. Incluso la batalla final es de una ansiedad enorme con eso de: "¡Llame a mi padre, estúpido!". Ahora bien, el final, final no hay quien lo entienda (SPOILER).
Claro que visto casi 30 años más tarde, lo que es miedo, miedo no pasa uno. Sin embargo, muy pocos trabajos han significado tanto como "Pesadilla en Elm Street". No sólo por su famosísimo villano, sino porque está plagada de secuencias míticas, prácticamente inolvidables: la mano que sale de la bañera, la chica atascándose en las escaleras o el geiser de sangre. Y es que esta legendaria película se convirtió en un icono de los 80 y principios de los 90, en todo un fenómeno social, cosa nada fácil de hacer. Además, Wes Craven dio un salto enorme en el género de terror inaugurando, digamos, la temática de la leyenda urbana. Si hasta ahora la cosa iba de monstruos clásicos como el conde Drácula o la momia, extraterrestres o psicópatas, con en este trabajo hizo carta de presentación el personaje directamente salido del folclore popular moderno. Eso de que, "sabes, hay un tipo que si sueñas con él, te acaba matando".
Cinematográficamente hablando "Pesadilla en Elm Street" se mueve como pez en el agua en la línea que separa la vigilia y el sueño. Con una gran fluidez Craven nos introduce en las extrañas pesadillas de este grupo de adolescentes, sin demoras, pero de una forma bastante realista, y en definitiva, con el encanto juvenil de todo buen clásico ochentero. De hecho la trama es simple aunque con mucha lógica. De todos modos hay muchos detalles sobre el tal Freedy Krueger que desconocemos, sobre todo, cómo se le mata, bajo qué reglas actúa o porqué adquirió ese extraño poder, puntos que supongo se irán despejando en sucesivas entregas. Ahora bien, con una gran ambientación, banda sonora y fotografía, las pesadillas resultan angustiosas, siendo en conjunto la película, si no terrorífica, sí muy inquietante. Incluso la batalla final es de una ansiedad enorme con eso de: "¡Llame a mi padre, estúpido!". Ahora bien, el final, final no hay quien lo entienda (SPOILER).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Si no supiéramos que Nancy se salva de Freddy porque sale en otras secuelas, podríamos hasta pensar que la acaba matando también ¿Pero entonces qué significa el final? Pues sólo me queda pensar que es la pesadilla de la madre o bien un sueño normal y corriente de Nancy en el que de algún modo ella entiende que Krueger sigue vivo.