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Voto de Papasoso:
3
19 de enero de 2018
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Empezar a ver una película... creer que se avecina una versión modernizada de Fama... y acabar lamentando el daño que le está haciendo el tivimuvismo a la industria del cine... es todo uno.
La película es previsible hasta decir basta, cuya única aportación dramática -el fallecimiento del hermano de la protagonista, casi al principio de la cinta- no logra aportar la densidad suficiente como para que el conjunto resulte creíble. Parece como si en todo momento los artífices del engendro se cuidaran muy mucho de entristecer, preocupar o inquietar en exceso a la platea, tal es su conformismo en fondo y forma: las peripecias de los personajes nos resultan tan familiares que, como reza el dicho castizo, pueden llegar a asquear. Los actores son mediocres, y ni siquiera inspiran algo de compasión por el mal rato que deben estar pasando al tener que encarnar a personajes tan insulsos.
Pero, claro, hay que recordar que se trata de un producto salido de la factoría Disney, concebido para su rápido consumo. No podemos pedirle peras al olmo... aunque sí deberíamos esperar que éste, al menos, nos brindase un poco de sombra. Por desgracia, no es el caso. Si en otras producciones del mismo estilo (como Camp Rock o Teen Beach Movie) aún se pueden salvar algunos lances de guión, o tal o cual número musical, en Escucha mi voz lo que menos le apetece a uno es... hacerlo. Y, de una película musical, esto es lo peor que puede decir, creo yo.
La película es previsible hasta decir basta, cuya única aportación dramática -el fallecimiento del hermano de la protagonista, casi al principio de la cinta- no logra aportar la densidad suficiente como para que el conjunto resulte creíble. Parece como si en todo momento los artífices del engendro se cuidaran muy mucho de entristecer, preocupar o inquietar en exceso a la platea, tal es su conformismo en fondo y forma: las peripecias de los personajes nos resultan tan familiares que, como reza el dicho castizo, pueden llegar a asquear. Los actores son mediocres, y ni siquiera inspiran algo de compasión por el mal rato que deben estar pasando al tener que encarnar a personajes tan insulsos.
Pero, claro, hay que recordar que se trata de un producto salido de la factoría Disney, concebido para su rápido consumo. No podemos pedirle peras al olmo... aunque sí deberíamos esperar que éste, al menos, nos brindase un poco de sombra. Por desgracia, no es el caso. Si en otras producciones del mismo estilo (como Camp Rock o Teen Beach Movie) aún se pueden salvar algunos lances de guión, o tal o cual número musical, en Escucha mi voz lo que menos le apetece a uno es... hacerlo. Y, de una película musical, esto es lo peor que puede decir, creo yo.