Con El final de Damien se cierra la trilogía satánica bajando un peldaño más en la calidad de la historia. El hijo del diablo se ha hecho mayor y tiene como principal objetivo convertirse en presidente de Estados Unidos. Como siempre hay quienes descubren su verdadera identidad y la naturaleza diabólica de sus planes y tratarán de eliminarle. Las escenas de muertes no sorprenden tanto como en las dos primeras partes porque están menos elaboradas. La banda sonora sigue siendo de Jerry Goldsmith y junto a la fotografía son dos de los puntos más atractivos de la película. A ello hay que añadir la correcta actuación de Sam Neill encarnando a la versión adulta del hijo del diablo. Pero por lo demás poco más que rescatar, el guión incluye una confusa trama de conflicto bélico dando a entender que la guerra es inminente y el final se acerca pero la idea no acaba de desarrollarse del todo. Se deja ver y resulta entretenida pero es inferior a sus predecesoras.