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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama Marlo (Charlize Theron) es una madre con tres hijos, el último recién nacido, que recibe un inesperado regalo de parte de su hermano (Mark Duplass): una niñera para que le ayude por las noches. Al principio le parece una extravagancia, pero Marlo acaba teniendo una relación única con Tully (Mackenzie Davis), una joven niñera amable, sorprendente y, en ocasiones, difícil. (FILMAFFINITY)
23 de enero de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para el buen cinéfilo, siempre es fiesta mayor cada vez que coinciden Jason Reitman en la dirección y Diablo Cody en el guión. “Tully” es, quizás, su obra maestra definitiva, por su profundidad, lucidez, conocimiento del medio en el que se mueve y la siempre imprescindible acidez de sus propuestas narrativas. Vuelve por la puerta grande uno de los grandes directores de nuestra época, Jason Reitman, trayendo antes en su haber “Gracias por fumar”, “Juno”, “Up in the air” o “Young adult”, ni más ni menos. Junto con Woody Allen y Alexander Payne, los reyes de la comedia inteligente cargada de neuronas en lugar de palomitas. Ya lo dijo Billy Wilder (que de esto sabía un rato): las cosas serias hay que contarlas en tono de comedia.

Con semejante currículum, resulta imposible no estar apasionado de antemano por una nueva película del hijo de otro Reitman mucho menos jugoso que del que hablamos hoy. Y lo ha vuelto a hacer, y máxime cuando la historia procede de una mente femenina privilegiada, comprometida, cáustica, sarcástica, documentada y feminista como la de Diablo Cody, que ha parido en “Tully” uno de los mejores retratos realistas de la maternidad que haya dado el cine en toda su historia. A la altura de otra radiografía (mucho más tenebrosa, eso sí) del terror materno llevada a cabo por otra mujer, "Tenemos que hablar de Kevin" de Lynne Ramsay, con la que debería formar un pack de visionado ineludible antes de decidirse por la maternidad.

En tono tragicómico y sobrada de inteligencia y verosimilitud, “Tully” es el reverso tenebroso de lo que nos venden que es la maternidad. Su protagonista, orgásmicamente interpretada por una Charlize Theron estratosférica y siempre reina y señora de la cámara, es madre de un hijo con necesidades especiales y una niña de 8 años y está a punto de dar a luz a su tercer vástago. Literalmente, física y psicológicamente, está al límite y ese parto la va a poner en el otro lado de la frontera de lo soportable humanamente.

A su lado tiene algo que pudiera parecer de inicio un buen hombre, inútil, poco colaborador, de buen corazón pero de mundo propio. Está sola ante el mayor de los peligros: la maternidad. Y nada pinta fácil. Y su cónyuge ni está en ello ni se le espera. Ha recaído sobre ella el más pesado de los sacos.

Pero, a la media hora de guión, cuando no puedes estar más estresado y boquiabierto ante el drama de una madre que ya no puede más y se agota trágicamente ante tus ojos, aparece la estrella de esta inolvidable función, la que da sentido y título a la película, Tully, una niñera que es más hada madrina y maga que ser humano real, que viene al rescate de una madre que ha tocado fondo y decide sacarla adelante y descargarla de tan terrible peso sobre sus hombros porque, como dice la propia Tully, "tengo energía sobrante, como Arabia Saudí".

Tully es luz, es magia blanca, es un ángel caído del cielo, y su sonrisa luminosa lo cura todo, a la protagonista y al espectador. Parece irreal, pero la hace real una portentosa actriz que le mantiene al tipo a la diosa Theron, Mackenzie Davis, una joven actriz que ya jamás vas a olvidar tras ver esta película, porque se va a meter en tu epidermis y en tus sueños por los siglos de los siglos. Es puro cine, es un sueño hecho realidad.

Tras el personaje de Tully, la madre intenta salvarse a sí misma como ser humano que también es aparte de madre, aunque a veces nadie quiera darse cuenta, y todos nos redimimos gracias a Tully, una diosa del siglo XXI con estupenda sorpresa final en una cinta que subraya sin ningún género de dudas que Jason Reitman es un nombre propio del cine de nuestro tiempo.
Sergio Berbel
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