Clara Roquet triunfa “cum laude” en las dos misiones en las que se embarca en la maravillosa “Libertad”, su primer largo: por un lado, narrar el verano iniciático de una preadolescente llamada Nora, donde va a descubrir la amistad verdadera, los chicos y lo amarga que es la vida y más que la hacen los adultos; por otro lado, contarnos que las diferencias de clases sociales resultan insalvables por más que se aparente otra cosa. En ambas cuestiones, “Libertad” es una obra maestra y un tratado sobre el tema imprescindible.

Porque el gran acierto de esta sublime ópera prima de Clara Roquet es la creación de personajes, todos maravillosos, todos bien construidos, todos poliédricos, todos con capas que el espectador tendrá que desentrañar. Para poder contar con acierto y credibilidad un verano iniciático hay que saber encontrar las actrices juveniles adecuadas y un elenco actoral maduro para lograr el contrapeso adecuado, y en eso también resulta sublime esta cinta.

La jovencísima actriz María Morera merece todos los elogios y destaca por encima del resto de participantes en la cinta interpretando de forma magistral a Nora, una preadolescente que ya no encuentra su sitio jugando con los niños pero a la que le viene grande el mundo de los adultos aún. El verano promete ser solitario y aburrido hasta que aparece Libertad (fantástica Nicolle García), la hija adolescente de la mujer colombiana que esta familia bien tiene interna para servirles tanto de criada como de cuidadora de la abuela con Alzheimer (igualmente pletórica Vicky Peña). La entrada de Libertad va a suponer una revolución absoluta en la vida de Nora y va a convertir ese verano en el que va a cambiar todo en su vida y la va a zambullir de cabeza en la adolescencia y en la rebeldía como forma de vida.

Pero mientras la enorme Clara Roquet nos levanta una narración iniciática que conmueve y embelesa a la vez, en ningún momento baja la guardia y nos deja bien claras las diferencias de clase, porque aunque parezcan dos niñas en el mismo momento vital, una es rica y la otra pobre, la madre migrante de una trabaja para la madre pija de la otra (inmensa Nora Navas) y nadie va a permitir que ese dato se olvide y se confunda.

El guión de Clara Roquet es portentoso en su seriedad, honestidad y madurez; la música de Paul Tyan es adecuada y precisa; la selección musical de canciones populares de nuestra cultura apabullante; y la fotografía de Gris Jordana preciosista, veraniega y colorida, en base a maravillosos tonos turquesa. Todo funciona en esta pequeña gran joya de visión imprescindible.