Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Sergio Berbel:
10
Drama Narra la historia de amor entre Elise y Didier. Ella tiene una tienda de tatuajes, él toca el banjo en una banda. Es amor a primera vista, a pesar de sus diferencias. Él habla, ella escucha. Él es ateo y un ingenuo romántico. Ella tiene una cruz tatuada en el cuello, y los pies en el suelo. Su felicidad se completa con el nacimiento de la pequeña Maybelle. Pero la niña enferma a los seis años. (FILMAFFINITY)
6 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director belga Felix Van Groeningen es uno de los tipos más valientes que haya conocido nunca alrededor del cine. Y firmar “Alabama Monroe” es la prueba insuperable de ello. Un film belga cargado de cowboys europeos, granjas, música country, sombreros tejanos, tatuajes, enfermedades terminales infantiles, padres que pierden hijos, eutanasia, suicidio… Todo muy bien combinado y, lejos de terminar siendo un telefilm de sobremesa, funcionando como un peliculón con todas las letras, que es lo que es, nada más y nada menos. Convirtiéndose de forma instantánea en una obra maestra de nuestro tiempo por derecho propio y por la fuerza de su propuesta, tanto en forma como en contenido.

Lo único inexplicable para mí es que un film belga tan excelso, nacido para trascender en tu memoria durante el resto de tus días, que se titula originariamente “The broken circle breakdown” sea traducido en este país, en el que cada día somos más imbéciles reinventando títulos de películas y en todo lo demás, como “Alabama Monroe”.

Es una historia dura, durísima, compleja, necesaria, desgarradora, sin respiro para el espectador, auténtica y certera como pocas, sincera hasta las últimas consecuencias, contada fragmentada y desordenadamente en cuanto a su devenir temporal de forma magistral, para ir dosificando la explicación, la información y las causas que dan lugar a la apasionante y desasosegante narración de un dramón en toda regla cargado de verdad, verosimilitud, sensibilidad sin sensiblería y mucha reflexión política y filosófica entre música country, entre la mejor música country, el bluegrass, como inolvidable y electrizante telón de fondo, que todo lo acompaña y todo lo explica.

Se trata de la historia de un granjero belga que es cantante de country en sus ratos libres y que conoce y se enamora de una tatuadora, ambos atrapados por la fascinación que tantos compartimos por los USA y por la música y la cultura yankee. Una cosa lleva a la otra y acaban teniendo una hija, pero… la felicidad siempre es efímera y la hija enferma de leucemia. La película, como el propio lenguaje, carece de palabras para calificar el drama de unos padres que pierden a su hija a los 7 años de edad, y la vida ya no puede definirse a partir de ese momento. Es difícil creer en un Dios capaz de permitir algo así y de infligir semejante dolor en sus criaturas creadas.

A partir de ahí, jamás volverán a ser las mismas personas (incluso cambian sus nombres) ni su relación tendrá salvación alguna. Están destruidos por dentro por una herida incurable que no permite vuelta atrás ni ofrece camino hacia adelante. Se conocen pocas parejas que hayan sobrevivido juntas a un drama de semejante dimensión, porque no hay amor ni vida que supere un escollo de tamaña magnitud.

De paso, se habla de las mentiras de la religión, del fanatismo ultraconservador que impide la investigación con células madre, del fundamentalismo religioso (hay una escena que se convierte por sí misma en piedra angular del ateísmo ante el discurso inapelable de un padre destruido psicológicamente en el escenario de un teatro), que apela a la eutanasia y que te hace comprender los entresijos que llevan a alguien al suicidio.

Y todo ello de forma seria y rigurosa, lejana a cualquier desliz de telefilm, con una fotografía propia del mejor western que se pudiera imaginar, con algunos planos que forman por derecho propio parte de lo mejor de la historia del cine europeo, y una maravillosa BSO basada en el country bluegrass, el más puro y auténtico estilo musical norteamericano, fundamentado en lo vocal y en la cuerda exclusivamente.

Se presentó ante nosotros hace ya la friolera de 9 años, arrasando en todo festival por el que pasó y en los corazones de los que la descubrimos entonces. Sigue siendo lo que es y será, una obra imprescindible de nuestro tiempo.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow