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Voto de Sergio Berbel:
10

Voto de Sergio Berbel:
10
7.0
30,086
11 de diciembre de 2020
11 de diciembre de 2020
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué es una obra maestra? ¿Por qué es una película que soñaría con haber rodado yo? Porque era imposible que nada saliera mal conjugando bajo una tormenta de sentimientos los elementos que confluyen en “Truman”: un director del nivel artístico de Cesc Gay (puro caviar de nuestro cine, autor de obras maestras como "En la ciudad"), una historia memorable de esas que dejan huella de por vida y, claro, la conjunción astral interpretativa de reunir en cada plano de la cinta a Ricardo Darín y Javier Cámara. Así cualquiera.
“Truman” es una pieza de cámara fundamental para entender por qué amo el cine, porque la cinta tiene todo a lo que un buen cinéfilo aspira, y en grado superlativo. Revisionarla es redescubrirla y darme cuenta de que mis viejos recuerdos de verla en el cine se quedaron cortos respecto a su capacidad de emocionar y de conmover por una forma excelsa y un fondo antológico. Porque “Truman” es puro cine eterno, una creación artística redonda y absoluta donde todo encaja para perdurar en tu memoria para siempre.
Y, paradójicamente, la historia no puede ser más sencilla: Julián (Ricardo Darín) sabe que va a morir de cáncer indefectiblemente y decide tirar la toalla y dejar de combatir; para tratar de convencerlo de lo contrario, llega desde Canadá su mejor amigo, Tomás (Javier Cámara), convencido por la prima de Julián (excelsa también la actriz argentina Dolores Fonzi). Y luego está Truman, sin pestañear el gran protagonista en la sombra de la cinta, el perro de Julián, al que su propio dueño está buscando familia de adopción mientras planifica el resto de cabos sueltos de su propia muerte, como si de un trasunto masculino de la protagonista de "Mi vida sin mí" de Isabel Coixet se tratase.
La muerte como una etapa más de la vida, que hay que admitir de frente e incorporarla como un episodio más de la misma. Algo que los que consideramos que Six Feet Under (A dos metros bajo tierra) es la mejor serie de la historia tenemos clarísimo. Y se ve que Cesc Gay ha sido un gran alumno de la misma, porque nos deja en esta perfecta (sí, dije PERFECTA) comedia dramática una lección magistral sobre cómo afrontarla. Donde otros desbarrarían hacia el dramón lacrimógeno, Cesc Gay lo cuenta mejor pintándote una sonrisa en la cara, o al menos una media sonrisa.
Porque de eso va la película, ni más ni menos, de mirar de frente a la muerte, de retarla sin miedo, de observarla desafiante cara a cara, sin más escudo protector que la amistad como única muleta. Y, mientras tanto, un catálogo de actores y actrices que van apareciendo como secundarios en el film y que quitan el hipo por cantidad y calidad.
Porque Cesc Gay, que venía de enamorarnos para siempre con otra obra maestra del calado de “En la ciudad”, decidió que la muerte y cómo afrontarla tenía que ser el periplo del héroe de su gran obra maestra que lega a la posteridad. Y vaya si lo es. Un paseo por el peor trance del ser humano cargado de humanidad, ironía, sonrisas, lágrimas y emociones a flor de piel. Porque eso y sólo eso es “Truman”.
Junto con “Mi vida sin mí” de Isabel Coixet o “Morir” de Fernando Franco, otra cinta imprescindible sobre el tema.
“Truman” es una pieza de cámara fundamental para entender por qué amo el cine, porque la cinta tiene todo a lo que un buen cinéfilo aspira, y en grado superlativo. Revisionarla es redescubrirla y darme cuenta de que mis viejos recuerdos de verla en el cine se quedaron cortos respecto a su capacidad de emocionar y de conmover por una forma excelsa y un fondo antológico. Porque “Truman” es puro cine eterno, una creación artística redonda y absoluta donde todo encaja para perdurar en tu memoria para siempre.
Y, paradójicamente, la historia no puede ser más sencilla: Julián (Ricardo Darín) sabe que va a morir de cáncer indefectiblemente y decide tirar la toalla y dejar de combatir; para tratar de convencerlo de lo contrario, llega desde Canadá su mejor amigo, Tomás (Javier Cámara), convencido por la prima de Julián (excelsa también la actriz argentina Dolores Fonzi). Y luego está Truman, sin pestañear el gran protagonista en la sombra de la cinta, el perro de Julián, al que su propio dueño está buscando familia de adopción mientras planifica el resto de cabos sueltos de su propia muerte, como si de un trasunto masculino de la protagonista de "Mi vida sin mí" de Isabel Coixet se tratase.
La muerte como una etapa más de la vida, que hay que admitir de frente e incorporarla como un episodio más de la misma. Algo que los que consideramos que Six Feet Under (A dos metros bajo tierra) es la mejor serie de la historia tenemos clarísimo. Y se ve que Cesc Gay ha sido un gran alumno de la misma, porque nos deja en esta perfecta (sí, dije PERFECTA) comedia dramática una lección magistral sobre cómo afrontarla. Donde otros desbarrarían hacia el dramón lacrimógeno, Cesc Gay lo cuenta mejor pintándote una sonrisa en la cara, o al menos una media sonrisa.
Porque de eso va la película, ni más ni menos, de mirar de frente a la muerte, de retarla sin miedo, de observarla desafiante cara a cara, sin más escudo protector que la amistad como única muleta. Y, mientras tanto, un catálogo de actores y actrices que van apareciendo como secundarios en el film y que quitan el hipo por cantidad y calidad.
Porque Cesc Gay, que venía de enamorarnos para siempre con otra obra maestra del calado de “En la ciudad”, decidió que la muerte y cómo afrontarla tenía que ser el periplo del héroe de su gran obra maestra que lega a la posteridad. Y vaya si lo es. Un paseo por el peor trance del ser humano cargado de humanidad, ironía, sonrisas, lágrimas y emociones a flor de piel. Porque eso y sólo eso es “Truman”.
Junto con “Mi vida sin mí” de Isabel Coixet o “Morir” de Fernando Franco, otra cinta imprescindible sobre el tema.