La peli de Assayas no vale un pimiento, pero lo más gracioso de todo es que el francés construye esta pseudohistoria jamesbondiana de tercera regional con el propósito de seducirnos a base de artificiosos recursos estilísticos. Reitero que Assayas lo intenta, denodadamente quizás, pero todo concluye en un enorme buñuelo con más aire que sustancia. La estética videoclipera no consigue maquillar una descomunal carencia de feeling con el espectador y a la postre tan sólo queda el regusto de haber perdido el tiempo contemplando las peripecias de un calvorota encorbatado y una Mata-Hari de diseño que, pese a tener un buen polvo, destila la misma efusividad que una maniquí de escaparate. Ruego encarecidamente a todo aquel que esté leyendo estas líneas que no se deje llevar por engañosos cánticos de sirena ni por el espurio magnetismo del título que usufructúa dicho bodriete. “Demonlover” es bazofia enlatada en un bonito recipiente. Nada más.