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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
3
Drama Retrato de la vida de Uxbal: padre abnegado e hijo desamparado. Intermediario de la sombra. Próximo a los desaparecidos. Atraído por los fantasmas. Sensible a los espíritus. Superviviente en el corazón de una Barcelona invisible. Sintiendo que la muerte le ronda, intenta encontrar la paz, proteger a sus hijos, salvarse a sí mismo. La historia de Uxbal es sencilla y compleja, al igual que nuestras vidas de hoy. (FILMAFFINITY)
21 de diciembre de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En uno de los gags míticos de los Simpsons, el del divorcio de los padres de Milhouse, cuando los Simpsons eran verdaderamente los Simpsons, varias familias juegan al Pictionary y vemos al padre de Milhouse haciendo el ridículo y sudando la gota gorda para plasmar algo tan etéreo e intangible como la dignidad. Cuando le reprocha a su mujer que haya sido incapaz de entender sus garabatos, la desafía a hacerlo mejor y todos se quedan de piedra, en el climax del sketch, cuando la pobre mujer es capaz de hacer una ilustración de diccionario (que, obviamente, no sale en pantalla).

Nunca he ocultado que Iñárritu jamás ha sido santo de mi devoción pero siempre le he reconocido el talento de traducir al lenguaje del cine y plasmar en pantalla historias y sentimientos que van más allá de lo puramente visual o sonoro y que a muchos nos costaría definir incluso con palabras o dibujos. Una habilidad, en otras palabras, como la de la madre de Milhouse, para materializar conceptos como la nada, la soledad o la frustración que a mí, personalmente, no me interesan lo más mínimo: yo sé (o creo saber) lo que son y me parece perder el tiempo que alguien venga a explicármelo en forma de película. Pero le reconozco el mérito y respeto que haga su arte para los que les interese o sepan apreciarlo.

Con “Biutiful” me pasa que no veo en la película ninguna marca de genialidad o de innovación que sí pude reconocer en “Babel” o “21 gramos”. De hecho, no sé de qué va una película que parece la obra de alguien decepcionado con el mundo y que quisiera buscar colegas para un suicidio colectivo: el mundo es bello pero el hombre lo ha destrozado con su maldad, su codicia y su ruindad, de modo que las tramas, cada cual más triste, se van acumulando una sobre otra con el, aparentemente, único fin de superar el grado de miseria y sordidez de la anterior. Está rodada en la Barcelona de 2010, antes de la decadencia acarreada por el gobierno Colau, y parece rodada ayer mismo, en 2023, lo que no deja de tener su punto paradójico y premonitorio. No hay luz, no hay esperanza, no hay redención, todo en la película es oscuro y lúgubre. Javier Bardem, el protagonista, es una ruina humana que, a la vista de la muerte trata de poner en orden sus asuntos y cada vez que intenta hacer el bien, sufre o hace sufrir a alguien.

Bien hecha, como siempre, pero desnortada. Echo en falta la energía de otros trabajos donde con menos dramas, lograba una mayor intensidad y credibilidad. Y también me falta la creatividad para construir personajes reales, no superficiales imanes de desgracias. Su escenografía lleva la firma Iñárritu y no deja de impactar en el espíritu y deja mal cuerpo, pero todo se limita a orbitar una especie de agujero negro de degradación moral a la espera de una idea que dé sentido a todo, una idea nunca llega. Hasta recurre a una incomprensible componente paranormal para salir del atolladero que me parece de mal gusto.

En fin, dicen que hasta el mejor maestro echa un borrón de vez en cuando e, incluso, puede que haya gente que sepa apreciarla (aparte, claro, de sus habituales escribereseñas palmeros y agradaores). Pero agradecería a Iñárritu que se limite a hacer y disfrutar sus mierdas y despreciar a los espectadores del cine de superhéroes y se ahorre filosofadas de bar de pueblo a las cinco de la tarde («Las películas de superhéroes son violentas y de derechas») o el victimismo racial barato ( «Si fuera de Dinamarca o Suecia sería visto como un filósofo, pero cuando eres mexicano y dices cosas, eres pretencioso»). No, Alejandro, no, tienes que aprender a aceptar que hay gente a la que no le gusta lo que haces o cómo lo haces y que piensa que eres pretencioso porque no dices algo con diez palabras si puedes decirlo con cien. Encima de plasta nos has salido soberbio, colega.
OsitoF
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