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6.4
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Thriller. Terror
Unos jóvenes ladrones creen haber encontrado la oportunidad de cometer el robo perfecto. Su objetivo será un ciego solitario, poseedor de miles de dólares ocultos. Pero tan pronto como entran en su casa serán conscientes de su error, pues se encontrarán atrapados y luchando por sobrevivir contra un psicópata con sus propios y temibles secretos. (FILMAFFINITY)
21 de noviembre de 2017
21 de noviembre de 2017
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres pringados, a cual más imbécil, deciden atracar una casa habitada por un hombre ciego, del que se dice que posee una fortuna. El individuo en cuestión resultará ser un mal nacido peor que los tres juntos...
A esto se le llama ejercicio de estilo. Con cuatro actores, un perro y una casa laberíntica, Fede Alvarez, auspiciado por su mentor Sam Raimi (no en vano dirigió el temible remake de Posesión infernal), construye una obra breve pero contundente, en que la angustia y el tembleque no se esfuman hasta el último plano de la película..., aunque no sé qué deciros. Un ciego que conoce su casa como la palma de la mano, un ciego que es veterano de la Guerra del Golfo, ahí es nada. Menudo cabronazo... Alvarez impide en todo momento que puedas solidarizarte ya sea con el verdugo o con las víctimas: todos son seres despreciables. O, como dice el Ciego: una vez has descartado la existencia de Dios, puedes cometer las mayores barbaridades sin inmutarte. Terrible y certera frase. Con una hipnótica banda sonora de Roque Baños (este chico mejora a cada partitura que compone), una cámara ágil y omnipotente al mando de Pedro Luque, y buenas composiciones de Jane Levy y Stephen Lang, Alvarez te clava en la butaca, te agarra por donde más duele, y no te suelta hasta el desfile de títulos de crédito. Aunque no guardan relación alguna, me ha recordado de alguna manera Buried, el apabullante ejercicio de estilo (otro) de Rodrigo Cortés. Es cierto que No respires no cuenta nada nuevo. Pero es la forma de contarlo lo que importa.
Los amantes del cine de terror, terror en estado puro, físico, no sobrenatural, deben correr a verla.
A esto se le llama ejercicio de estilo. Con cuatro actores, un perro y una casa laberíntica, Fede Alvarez, auspiciado por su mentor Sam Raimi (no en vano dirigió el temible remake de Posesión infernal), construye una obra breve pero contundente, en que la angustia y el tembleque no se esfuman hasta el último plano de la película..., aunque no sé qué deciros. Un ciego que conoce su casa como la palma de la mano, un ciego que es veterano de la Guerra del Golfo, ahí es nada. Menudo cabronazo... Alvarez impide en todo momento que puedas solidarizarte ya sea con el verdugo o con las víctimas: todos son seres despreciables. O, como dice el Ciego: una vez has descartado la existencia de Dios, puedes cometer las mayores barbaridades sin inmutarte. Terrible y certera frase. Con una hipnótica banda sonora de Roque Baños (este chico mejora a cada partitura que compone), una cámara ágil y omnipotente al mando de Pedro Luque, y buenas composiciones de Jane Levy y Stephen Lang, Alvarez te clava en la butaca, te agarra por donde más duele, y no te suelta hasta el desfile de títulos de crédito. Aunque no guardan relación alguna, me ha recordado de alguna manera Buried, el apabullante ejercicio de estilo (otro) de Rodrigo Cortés. Es cierto que No respires no cuenta nada nuevo. Pero es la forma de contarlo lo que importa.
Los amantes del cine de terror, terror en estado puro, físico, no sobrenatural, deben correr a verla.