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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
7
Comedia. Drama Arturo (Guillermo Francella) es un galerista encantador e inescrupuloso. Renzo (Luis Brandoni) es un pintor hosco y en decadencia. Si bien los une una vieja amistad, no coinciden en (casi) nada. El galerista intenta por todos los medios reflotar la carrera artística de su amigo, pero las cosas van de mal en peor. Hasta que una idea loca y extrema aparece como una posible solución. (FILMAFFINITY)
27 de octubre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un pintor en otro tiempo celebrado por la crítica y el público, Renzo Nervi, se ha convertido en un viejo carcamal, alcohólico, amargado, proclive a las nínfulas, incapaz de comprender que los tiempos han cambiado. Eso provoca la desesperación de su galerista y amigo de toda la vida, Arturo Silva, que intenta por todos los medios echarle una mano, incluso dos, pero ve impotente cómo su amigo acaba metiéndole siempre en líos importantes. Renzo acaba desahuciado y en la calle, hasta que una camioneta le atropella cuando iba por en medio de la calzada, bastante ebrio. Pierde la memoria a causa del accidente, y su fiel amigo Arturo le ayuda a recomponer los dispersos fragmentos de sus recuerdos. Renzo desea morir al conocer su desdichada trayectoria, pero Arturo tiene una idea... Mi obra maestra es una de esas chispeantes comedias argentinas, con sus toques dramáticos, que de vez en cuando airean nuestras carteleras. Es la historia de una monumental estafa, pero también de una hermosa amistad, incólume a las circunstancias. Pinta también un retrato acerbo sobre la utilidad y el papel del arte en nuestro convulso siglo XXI, el arte convertido en mero producto, como ilustra la escena en la galería con el jeque de los emiratos. Pletórica de diálogos chispeantes, bendecida por la entrega, el goce absoluto de dos actores en estado de gracia, Guillermo Francella, insuperable, y Luis Brandoni, sublime, Mi obra maestra discurre por parajes conocidos pero enfocados de una manera diferente a la habitual. Y si bien es fácil intuir el giro de guión que da paso a la segunda parte de la cinta, lo esperas con cierta fruición, convencido de que va a dar de sí nuevas escenas frescas e hilarantes. ¿Una pega? El personaje interpretado, de manera nefasta, ciertamente, por Raúl Arévalo, demasiado caricaturesco, estereotipado, irritante en su personificación del "buenismo" más aterrador. Las vicisitudes de los dos protagonistas me recordaron una obra reciente, también argentina, que me deparó una tarde de lo más agradable, El cuento de las comadrejas, porque ambas inciden en el concepto de que los miembros de la tercera edad no siempre son frágiles y desvalidos ancianos. Muy recomendable.
Eduardo
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