Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
6
Comedia Harry Deane (Colin Firth) es un restaurador de arte que elabora un sofisticado plan para estafar a Lionel Shabandar (Alan Rickman), el hombre más rico de Inglaterra y, además, un ávido coleccionista de obras de arte. Su objetivo es venderle un falso Monet. Como cebo utiliza a la sexy PJ (Cameron Diaz), una excéntrica e impredecible reina del rodeo de Texas, para que se haga pasar por una mujer cuyo abuelo localizó la pintura a finales ... [+]
18 de febrero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena que esta chica, Cameron, ruede tantas tonterías, porque siempre es un placer ver su cara de gata golosa y su cuerpo cimbreante.
Y después de esta pequeña reflexión filosófica, centrémonos en la película. Un conservador de arte (Colin Firth, uno de los pocos hombres que es elegante incluso en calzoncillos) decide vengarse de su jefe, un magnate grosero y despótico sospechosamente parecido a Donald Trump (a quien se menciona en la última escena de la película), con el concurso de un flemático falsificador de cuadros (divertido Tom Courtenay). Para ello, se agencian los servicios de una reina del rodeo (Cameron). El plan consiste en vender al magnate (glorioso Alan Rickman) un falso Monet. Pero, como es lógico, las cosas se complican.
En 1966, Ronald Neame rodó una simpática pero intrascendente cinta titulada Gambit (Ladrona por amor), con el trío Michael Caine-Shirley MacLaine-Herbert Lom. Me deparó hora y media de diversión moderada, y luego quedó sepultada bajo los miles de películas que han desfilado ante mis ojos. Pues bien, con esa proverbial falta de originalidad del actual cine estadounidense, alguien puso manos a la obra y confeccionó un remake, casi cincuenta años después. A pesar de que no ha sido bien recibida por los votantes de FA, no es una película tan mala como decís. Salvo algún chiste de mal gusto (¿qué sería de la comedia estadounidense actual sin los pedos?), Un plan perfecto se deja ver, sobre todo por la prestancia de sus intérpretes, que por suerte son británicos, de lo contrario hubiera sido un desastre. La película avanza a buen ritmo, contiene gags conseguidos y rezuma ese humor 0h-so-british que tantos proyectos condenados al fracaso ha salvado. Cosas muchos peores se proyectan en las salas cinematográficas, y algunas son jaleadas por crítica y público.
En conjunto, un producto bien envasado que sirve para pasar el rato.
Eduardo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow