He leído críticas de esta película para ensalzar las maravillas de un cine venido de lejos y para destacar la falta de presupuesto y desfile de pequeñeces.
Bueno, pues lo que queda decir es que visualmente es excepcional, pocas películas te hacen gozar con una fotografía tan maduramente lograda, con unas imágenes preciosas. Pero el envoltorio no hace el regalo. Por eso el argumento es novedoso, sobre un personaje retratado de un modo innovador, con matices que nadie tenía acerca del Khan de los mongoles. Aunque sigue siendo un clásico montaje para las batallas de un luchador, está magistralmente rodado.
Las tres luchas principales, que según parece costaron más bien poco, son estupendas, dan fuerza y espectáculo, pero preciso, de duración exacta, no nos aburre con sermones de violencia como en tantas americanadas. Pero ya lo he dicho, el corte sigue siendo fiel a Hollywood.
Desde Kazajstan nos llega una obra muy cuidada, con ambición. Y sin dar el bombazo con una temática rompedora, o nuevas visiones, luce una técnica espléndida. Se quedará un largo tiempo en nuestras retinas.
Y dicho el tópico, se le da la razón, tiene (y muchas) razones para ser envidiada.
Lo mejor: la fotografía, sin duda, qué belleza.
Lo peor: una historia de perdedores y perdidos.