No parecía suficiente que Jaime Rosales nos aburriera con 133 minutos de tedio abrumador. Desde Argentina nos llega otra cinta (más corta) en la que vemos un guión parecido, más completo, incluso con interpretaciones e historia, pero que aburre.
Se trata de un simple problema humano que lleva al personaje a situaciones de desidia, donde descubre la alienación de los problemas cotidianos. Los dramas recuerdan a otras películas, sólo que ésta se queda en el suelo para admirarlas. Lost in translation, La flaqueza del bolchevique, Otto e mezzo, y alguna más parece que ronda la cabeza de Ariel Rotter.
No ocurre casi nada, todo previsible, nada te asalta ni te pincha. Julio Chávez trabaja estupendamente y gracias a él, el valor completo de esta obra.
Desde Berlin, han decidido premiar esta película con algún fin (algo retorcido seguro) que desconocemos. Los críticos no suelen servir de guía (me incluyo), pero creo que dentro de esa profesión se han vuelto definitivamente locos.