No creo que haya ni un minuto sin una fardada, ni rastro de humildad, la cabeza bien alta y sin complejos, porque para mirarse al ombligo y gritar a los cuatro vientos lo que molas, uno tiene que quererse mucho a sí mismo. Si todo el mundo tuviera así de inflado el ego el planeta reventaría, si el amor propio fuera igual que el de este hombre (director, personaje protagonista, ambos), el planeta no giraría y la humanidad no avanzaría.

Me chivan que a Morretti (lo escribo mal a propósito, con dos ´r´) lo llaman el Allen europeo, es decir, por lo visto tiene un séquito de aduladores que lo empujan a creerse el mejor, y eso es algo malo, muy malo, que probablemente acabó con todo rastro de humanidad. Espera, que pillo el teléfono y llamo a Martin (Scorsese) para que nos explique la evolución de la metáfora de la violencia en su obra, en el cine en general y que lo relacione con la religión y la existencia de la materia...

Muy prescindible, que se lo queden para ellos sus seguidores...

Algo de gracia tienen los personajes comunistas que quieren y no pueden defender la masacre de los húngaros...

Va, y la hija y su noviete...

Pero en general es una castaña prescindible...