Si la película la hubiera de valorar por la posición del que la firma, José Luis Cuerda, le pondría un diez sin contemplaciones. El punto y aparte que significó para España el verano de 1936 condicionó la vida de varias generaciones, el director de "La lengua de las mariposas" incluido, de manera que realizar una película en ese contexto no puede (ni debe) llevarlo a un término medio. Es coherente con la expresión de su interior y por ello el contenido de su película es el que es. Lo que sucede en un pueblo gallego nos es descrito desde el punto de vista de los republicanos, ¿dónde está el problema en esto?; le pondría un diez por su actitud, porque lo que nos enseña primeramente es la maldita división de un país, un retrato impecable, dignísimo, sin pasarse, ajustado a lo que era desde su punto de vista (que comparto totalmente): los curas, la Guardia Civil, el profesor, el alcalde, el pueblo...

Le pondría un diez también por la gestión que se hace del personaje del niño, que no entiende de leyes, de ideologías o de fronteras, es un niño que como todos lo que quiere es aprender, que está pendiente de evolucionar y que cualquier influencia en su vida es decisiva. Ese niño podría ser nuestro padre o nuestro abuelo, alguien que simplemente no sabe y no entiende. Su relación con Fernán-Gómez es una de las cosas más maravillosas que he visto últimamente.

El problema de "La lengua de las mariposas" es que para llegar al lugar en el que el espectador se hace daño (spoiler, lógicamente) el camino es lento y a menudo tedioso. Algunos apuntan a que todo se ve venir desde el principio: yo no creo que eso suponga un problema, lo bonito del cine es descubrir esas formas, la manera en la que se llega a ese final presumiblemente evidente. Ahí es donde José Luis Cuerda no acierta del todo, y es una lástima, no sé cómo debería haberlo hecho, porque el brillante final es cine de muchísimos quilates.