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España España · Barcelona
Voto de Tithoes:
7
Comedia. Terror. Thriller Una misteriosa epidemia en forma de locura masiva provoca que los padres ataquen violentamente a sus hijos. Carly y Joshua tratarán de sobrevivir durante tan aciaga jornada, amenazados por unos progenitores que poseen los rasgos de Nicolas Cage y Selma Blair. (FILMAFFINITY)
28 de marzo de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor: la hasta la fecha inédita dupla formada por Nicolas Cage y Selma Blair, quienes desprenden una excepcional química (salvo en el terreno conyugal, pues ni un beso se dedican), complementándose a las mil maravillas la energía (a intervalos limítrofe con la sobreactuación) del primero con la ternura (criticable desde una vertiente puramente sexista) de la segunda en esta vertiginosa propuesta plagada de humor negro en la que, por una vez, son los padres los que suponen un peligro para los hijos y no a la inversa; la temática (aunque no se englobe directamente en el subgénero de los no muertos recurre a muchos de los códigos y las expectativas del mismo) no es nada novedosa pero el enfoque sí, no tanto por el contenido como por la forma de plasmarlo, situándose la cámara en lugares aparentemente imposibles para ofrecer planos únicos del intenso relato sobre la esclavitud al que los progenitores son voluntaria e innatamente sometidos por su instinto natural de protección filial y cuán terrorífico sería si se revirtiera (las escenas infanticidas se grabarán en la retina, en especial la del recién nacido a ritmo de “It must have been love” de la cantante Roxette); el aire retrospectivo que destila la cinta, desde la presentación del reparto hasta los temas musicales, remontarán a cualquiera a una época pasada a la que los protagonistas desean volver para revivir los sueños que albergaban entonces y que, con el paso del tiempo, se han desvanecido en virtud de otros más tangibles (al respecto cabe destacar el monólogo en el sótano a propósito de la instalación de una mesa de billar en el que se divaga acerca de las expectativas de él) para provocar su ira (pese a que el origen vírico, según de deduce, se debe a una arma biológica transmitida por las ondas hertzianas de la televisión que repercute sobre uno de los impulsos humanos más básicos y primitivos para eliminar todo atisbo de fructificante e hipotético futuro generacional).

Lo peor: la superficialidad con la que se tratan las preocupaciones y adicciones propias de la adolescencia (drogas, parejas, tecnologías...), al igual que sucede con conceptos tan apropiados para la ocasión como “obsolencia programada” (la explicación se da mediante la confiscación de un aparato móvil en plena clase ante la pasividad de su dueña) y “ataque despiadado” (el fenómeno en cuestión, común en el reino animal, apenas se menciona una vez pese a su relevancia); el argumento, analizado fríamente, no precisa de tantos diálogos como los que se pronuncian, habiendo sido tal vez más inteligente e interesante ocupar minutos con incómodos silencios que con inútiles palabras; la mayoría de recuerdos de los personajes no facilita el seguimiento actual de los mismos, es más, no aportan nada relevante para entenderlos actitudinalmente, por lo que justificar la lúcida paranoia y la extrema violencia (llaves, bolsas, botellas, cinturones, martillos, perchas, palas y picos sirven para agredir sin concesiones en una ola de asesinatos que no parece tener fin) se antoja inverosímil.

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
Tithoes
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