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Voto de horacio:
10

Voto de horacio:
10
8.1
20,493
13 de diciembre de 2007
13 de diciembre de 2007
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
... para sortear la sordidez, para equilibrar las balanzas incómodas, el deshonor de no reconocernos en el espejo de cada día...
y en esas que llega un tipo como Lemmon, con ese talento excepcional que ha tenido siempre para hacerte sentir que está en el salón de tu casa, confundiéndose contigo mismo, y te convence de que le acompañes, de que reirás mejor con un par de copas, y de que está enamorado de una tía a la que no le tiembla el pulso... Hasta que le empieza a temblar.
La destrucción del alcohol y la lucha desigual en una gran pareja de enamorados por dejarlo o eternizarse en él es un tema que nunca más se ha planteado. Las agallas de Blake Edwards se le deben haber acabado con esta perfección dramática en la que la narración tiene la seca continuidad que necesita, ni un minuto más, administrado el paso del tiempo al servicio del crescendo dramático, de la atmósfera hipnótica de sus sufrientes criaturas.
y en esas que llega un tipo como Lemmon, con ese talento excepcional que ha tenido siempre para hacerte sentir que está en el salón de tu casa, confundiéndose contigo mismo, y te convence de que le acompañes, de que reirás mejor con un par de copas, y de que está enamorado de una tía a la que no le tiembla el pulso... Hasta que le empieza a temblar.
La destrucción del alcohol y la lucha desigual en una gran pareja de enamorados por dejarlo o eternizarse en él es un tema que nunca más se ha planteado. Las agallas de Blake Edwards se le deben haber acabado con esta perfección dramática en la que la narración tiene la seca continuidad que necesita, ni un minuto más, administrado el paso del tiempo al servicio del crescendo dramático, de la atmósfera hipnótica de sus sufrientes criaturas.