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España España · Madrid
Voto de horacio:
9
Drama Sydney es un periodista del "The New York Times" enviado a Camboya en 1972 como corresponsal de guerra. Alli el nativo Dith Pran le sirve de guía e intérprete. En 1975, al caer el gobierno camboyano, los EE.UU. se retiran del país, y toda la familia de Pran emigra a Norteamérica excepto él, que decide quedarse con el periodista para seguir ayudándole. Ambos viven refugiados en la embajada francesa, pero cuando los extranjeros deciden ... [+]
21 de octubre de 2008
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy dura, mantiene un ritmo creciente y envolvente, una atmósfera inquieta e inquietante: la pareja de fieles compañeros que trocaran en camaradas de hierro es extraordinaria, dos actores que en su momento nos eran desconocidos, y un reparto, y, por supuesto, una banda sonora que se queda con nosotros para siempre, de un Mike Oldfield en estado de gracia.

El llanto final, imposible de contener, aunque algunos sólo hagamos pucheros vergonzantes en el cine, pero es de imaginar que no en casa, es de los de lanzar a pata suelta porque tiene una dinámica documental y verdadera tan bien lograda que merece todos los premios habidos y por haber.

Hubo críticos que abuchearon esta película, contraponiéndola a la de Peter Weir, un poco anterior, con magistral reparto de Mel Gibson, Sigourney Weaver y el debut de Linda Hunt en el papel de un hombre de Yakarta: El año que vivimos peligrosamente. Fue un error cruel para con esta Los gritos del silencio ya que sólo tiene en común el aire belicista y dictatorial del contexto geográfico-político, pero aquí ni siquiera hay chica por la que luchar... es otra cosa, las dos son muy buenas, cada una en lo suyo. Esta, sin duda, la recomiendo vivamente. Lástima que ninguno de sus protagonistas volvieron a encontrarse con personajes y producción semejantes. De lo mejor de este director casi siempre ajustado y buen profesional, muy dado a epopeyas con reparto de lujo como La Misión y Vatel, y otras más intimistas y menos logradas.

Pero, a lo nuestro, montarse en Los gritos del silencio es como ir en una montaña rusa de emociones brutales, a merced de una violencia prototípica de muchas situaciones internacionales, con el mar de fondo de hombres que se esfuerzan denodadamente por ser justos, más allá de sus egos y sus pasiones personales.
horacio
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