Branagh se atreve a rizar el rizo del romántico encuentro entre el hombre enamorado con todos los sentidos de su madre (el complejo de Edipo que da forma racional o irracional a nuestra vida) y la revelación de la finitud del ser humano, precisamente en el cuerpo de su madre: he aquí la base filosófico-fabulosa de la obra de Mary Shelley, el descubrimiento de que existe la posibilidad de superar la muerte, de re-crear a los seres que amas... hasta que se le revela, dramática, románticamente... que lo que va a resucitar es un monstruo necesitado de amor e imposibilitado de conseguirlo.
Lo mejor, sin duda, está en la primera parte hasta que se recrea en la construcción del que espera sea el hombre nuevo. En toda esta primera parte la vitalidad física y poética del personaje interpretado por el propio Branagh conmueve y electriza. Después puede caer en algunas escenas de menor vigor pero rápidamente renace de esas cenizas y construye, ya con De Niro superstar, superpobremonstruo que quiere ser amigo... el desenlace de su peculiar visión de la obra original.
En el reparto: Branagh está formidable, De Niro, en sus horas más altas, Ian Holm cierra un capítulo magistralmente, Bonham Carter aparece tan volcánica y deliciosa que sedujo al propio Branagh iniciando una tormentosa relación en la llamada vida real...