Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with horacio
- Recomendaciones
- Estadísticas
- Sus votaciones a categorías
- Críticas favoritas elegidas por horacio
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de horacio:
9

Voto de horacio:
9
8.4
35,315
Cine negro. Intriga. Thriller
Un agente de seguros (Fred MacMurray) y la mujer de uno de sus clientes (Bárbara Stanwyck) traman asesinarlo para cobrar un cuantioso seguro de accidentes suscrito a sus espaldas. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros. (FILMAFFINITY)
7 de abril de 2009
7 de abril de 2009
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta historia clásica de novela negra escrita por James Cain (El cartero siempre llama dos veces) bajo guión de un joven Billy Wilder y un ya veterano Raymond Chandler, dueño y señor de este género literario, se produce un fenómeno insólito: apenas interesa el tema principal de la mujer fatal y el incauto, entre otros motivos porque no hay química alguna entre MacMurray y Stanwyck y sus escasas secuencias sentimentales son malas e inverosímiles y encima con nulo erotismo. Sin embargo, es entre los dos amigos donde sí se da una buena historia que mantiene la tensión hasta el final...
De entrada, no más empezar, el protagonista habla a una grabadora para realizar una confesión a su gran amigo, el investigador que compone con maestría Edward G. Robinson, ese Eddie genial de tantas películas inolvidables pero que aquí sorprende por ponerse a cargo de un personaje lleno de vida y arrogancia, feroz perseguidor de tramposos: cada mohín, cada palabra de Robinson provoca una emoción que borda en el tramo final e incluso en el mismísimo final cuando reaparece con una actitud física completamente distinta a como le vimos en toda la película.
Recomiendo vivamente olvidar el tema policiaco principal y disfrutar en todos los detalles la grandísima creación de estos amigos singulares. Ante el trabajo de Eddie hasta un tipo soso como MacMurray crece y modela con talento todos los atributos de un pobre tipo metido en apuros. Un pobre tipo que se define al comienzo de la película: "Hice lo que hice por dinero y por el amor de una mujer; no conseguí ni lo uno ni lo otro".
De entrada, no más empezar, el protagonista habla a una grabadora para realizar una confesión a su gran amigo, el investigador que compone con maestría Edward G. Robinson, ese Eddie genial de tantas películas inolvidables pero que aquí sorprende por ponerse a cargo de un personaje lleno de vida y arrogancia, feroz perseguidor de tramposos: cada mohín, cada palabra de Robinson provoca una emoción que borda en el tramo final e incluso en el mismísimo final cuando reaparece con una actitud física completamente distinta a como le vimos en toda la película.
Recomiendo vivamente olvidar el tema policiaco principal y disfrutar en todos los detalles la grandísima creación de estos amigos singulares. Ante el trabajo de Eddie hasta un tipo soso como MacMurray crece y modela con talento todos los atributos de un pobre tipo metido en apuros. Un pobre tipo que se define al comienzo de la película: "Hice lo que hice por dinero y por el amor de una mujer; no conseguí ni lo uno ni lo otro".