Alejandro Amenábar firmó, a mi gusto, su mejor película con esta obra perfecta y cautivadora, que logra provocar tanto una ternura desmedida como un miedo insorpotable, repleto de secuencias aterradoras que por mucho miedo que den no puedes dejar de mirar, con una Nicole Kidman realmente excelente y con un final sorprendente realmente aterrador que no pude ni imaginarme y que provoca una emoción realmente intensa, al tiempo que cierra la película de forma coherente, sin trampa ni cartón; algo que no logramos encontrar en muchas películas actuales.

En definitiva, una película maestra, que es un apasionante torrente de sensaciones difícilmente olvidable y fácilmente considerable y perdurable.