De buenas a primeras la premisa de volver a adaptar uno de los musicales más exitosos y cuya versión cinematográfica está considerada uno de los musicales de la historia me sonaba mal, pero cuando leí que el director era Steven Spielberg la cosa empezó a cambiar y decidí darle una oportunidad, y... ¡Menos mal!
Estamos hablando de la primera incursión de Spieberg en el género musical y, otra vez, nos vuelve a demostrar el gran director que es y que sale airoso ante cualquier género. Su adaptación de West Side Story es fantástica. Ha sabido contar la historia que todos conocemos y hacer que parezca otra película. Ya desde la estupenda secuencia inicial nos hace vibrar con unas coreografías absorbentes, unos planos maravillosos (fantástico el plano cenital en uno de los momentos álgidos de la película) y una dirección de diez. Dos horas y medias que se pasan volando entre bailes y canciones.
Una pena que no este teniendo el reconocimiento en taquilla que merece, porque vale y mucho la pena verla en pantalla grande.