Yes, I can see now!. Debe ser el final más hermoso en la historia del cine...
Con este cierre Chaplin nos revela que sí se puede aprender a ver, a reconocer la valía verdadera, pero el requisito indispensable es permanecer en un estado de constante inclinación a la expectación, a la esperanza (del mismo modo como está la chica, aguardándolo, pero sin tener una idea clara de cómo será él). La mayoría de las veces necesitamos un estímulo externo que nos ayude a acceder a una nueva visión y esta película cumple sin pérdida con ese propósito. Inolvidable la divertidísima secuencia inicial en la estatua, el rescate del suicida, el maravilloso e incontenible combate sobre el ring. Perfecta.