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Ciencia ficción. Aventuras. Bélico. Acción. Fantástico. Romance
Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington), un ex-marine condenado a vivir en una silla de ruedas, sigue siendo, a pesar de ello, un auténtico guerrero. Precisamente por ello ha sido designado para ir a Pandora, donde algunas empresas están extrayendo un mineral extraño que podría resolver la crisis energética de la Tierra. Para contrarrestar la toxicidad de la atmósfera de Pandora, se ha creado el programa Avatar, gracias al cual los seres ... [+]
25 de enero de 2010
25 de enero de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui al cine aceptando de mala gana el sablazo que te pegan por entrada, palomitas y gafas 3D esperando a cambio un rato de simple recreo para la vista al estilo "2012" y poco más. La cosa no comenzó bien cuando al ir a ocupar nuestras butacas, mi mejor amigo (hasta entonces), derramó mi litro de refresco sobre mi persona y alrededores, dejándome húmedo, pegajoso y sin munición contra la sal de las palomitas para el resto de la velada.
Dos horas y mucho pico después, salía del cine tan contento.
Y eso que la película no es a priori para un tipo como yo, que no gusta en general de las historias demasiado fantasiosas estilo "El señor de los anillos" o "La guerra de las galaxias".
Pero es un espectáculo para los sentidos tan enorme que te hace olvidar lo demás, y ya en frío te das cuenta de lo bien que Cameron y compañía han plasmado su idea en la pantalla, independientemente de los gustos personales.
Lo que otros ven como defectos en realidad no lo son. La simplicidad de los personajes o del argumento no son un error, sino la intención de llegar a todos los públicos llevada a cabo con primor. El mensaje llega a niños y mayores con claridad y sin excesos que aburran a unos ni infantilismos que desesperen a otros. "Avatar" es tibia porque lo pretende, y su sencillez tiene la virtud de una esfera perfecta: lisa, robusta y sin fisuras. Al día siguiente piensas "¿Cómo he podido disfrutar con la historia de unos extraterrestes azules que son manejados a distancia y sus leyendas?" Pero lo piensas después, no mientras ves la película.
Eso no es nada fácil teniendo en cuenta la cantidad de fantasía que hay que digerir y que Cameron te administra sin que te enteres, como si en vez de cine fuera una sesión de hipnosis y como si todos salieramos de la sala de vuelta a la realidad con un esfuerzo para quitarnos la cara de bobos o de quienes han vuelto a creer en Caperucita durante un rato y tienen que volver a poner cara de capullo otra vez para enfrentar la vida real.
La anestesia que consigue tal efecto es, en gran medida, el apabullante despliegue visual que justifica por sí sólo la inversión de tiempo y dinero, con el extra del 3D si no queréis tener algo de lo que arrepentiros toda la vida, con el aliciente de estar viendo algo distinto que probablemente marcará un camino que otros seguirán en el futuro.
En definitiva, "Avatar" se podría haber hecho de muchas otras formas a gusto de cada cual: más o menos profundo, con bichos verdes en lugar de azules o una protagonista con más pecho; pero tiene el mérito de que se te hagan cortos 160 minutos de cine, y eso no es gratuito: cuando eres perfectamente consciente de que los bichos que sufren en la pantalla son imágenes generadas por ordenador y a pesar de ello sientes pena, es que alguien ha hecho muy bien su trabajo.
Y eso hay que reconocérselo a un director de cine, a una dependienta o a un asesino a sueldo.
Dos horas y mucho pico después, salía del cine tan contento.
Y eso que la película no es a priori para un tipo como yo, que no gusta en general de las historias demasiado fantasiosas estilo "El señor de los anillos" o "La guerra de las galaxias".
Pero es un espectáculo para los sentidos tan enorme que te hace olvidar lo demás, y ya en frío te das cuenta de lo bien que Cameron y compañía han plasmado su idea en la pantalla, independientemente de los gustos personales.
Lo que otros ven como defectos en realidad no lo son. La simplicidad de los personajes o del argumento no son un error, sino la intención de llegar a todos los públicos llevada a cabo con primor. El mensaje llega a niños y mayores con claridad y sin excesos que aburran a unos ni infantilismos que desesperen a otros. "Avatar" es tibia porque lo pretende, y su sencillez tiene la virtud de una esfera perfecta: lisa, robusta y sin fisuras. Al día siguiente piensas "¿Cómo he podido disfrutar con la historia de unos extraterrestes azules que son manejados a distancia y sus leyendas?" Pero lo piensas después, no mientras ves la película.
Eso no es nada fácil teniendo en cuenta la cantidad de fantasía que hay que digerir y que Cameron te administra sin que te enteres, como si en vez de cine fuera una sesión de hipnosis y como si todos salieramos de la sala de vuelta a la realidad con un esfuerzo para quitarnos la cara de bobos o de quienes han vuelto a creer en Caperucita durante un rato y tienen que volver a poner cara de capullo otra vez para enfrentar la vida real.
La anestesia que consigue tal efecto es, en gran medida, el apabullante despliegue visual que justifica por sí sólo la inversión de tiempo y dinero, con el extra del 3D si no queréis tener algo de lo que arrepentiros toda la vida, con el aliciente de estar viendo algo distinto que probablemente marcará un camino que otros seguirán en el futuro.
En definitiva, "Avatar" se podría haber hecho de muchas otras formas a gusto de cada cual: más o menos profundo, con bichos verdes en lugar de azules o una protagonista con más pecho; pero tiene el mérito de que se te hagan cortos 160 minutos de cine, y eso no es gratuito: cuando eres perfectamente consciente de que los bichos que sufren en la pantalla son imágenes generadas por ordenador y a pesar de ello sientes pena, es que alguien ha hecho muy bien su trabajo.
Y eso hay que reconocérselo a un director de cine, a una dependienta o a un asesino a sueldo.