No hay mucho por redescubrir o decir sobre "Desayuno en Tiffany's" (1961) que no se haya dicho antes, siempre con la figura excluyente de Audrey Hepburn coqueteando por casi dos horas que se pasan volando.

Cuesta pensar en Holly Golightly sin la Hepburn, porque su frescura no solo fue icono de una generación, sino porque el mismísimo Truman Capote era partidario de incluir a Marilyn Monroe con su gen sexy por encima de la chispa natural de quien finalmente nos enamoró con su interpretación y elegancia.

"Desayuno en Tiffany's" es una comedia romántica que te puede sacar risas y si eres hombre, es probable que te lleve a enamorarte de su protagonista, mientras que la paciencia de Peppard (Paul) es para una admiración que traspasa los géneros.

Esta película no es solo llevadera, entretenida, algo dispersa como su protagónico, sino que tiene una importancia especial por el rol más abierto, libre e independiente que describe hacia la mujer joven en el contexto que describe, en los 60's, haciendo a un lado los precedentes y olvidando los estereotipos y comentarios moralistas.

Hepburn, Peppard, la dirección de Blake Edwards, los textos de Truman Capote y la sonoridad de Henry Mancini dan el pie para un clásico que se precia de tal por todo lo anteriormente expuesto y más que el espectador pueda diferir por su cuenta.

Si va a volverla a ver aprecie los nuevos detalles que le puede dar, si es su debut no titubee, porque pese a que el ritmo de las películas antiguas era distinto, le dejará varios postales y diálogos que recordar. Véala, porque los clásicos están para revisitarlos de vez en cuando y reencantarse con lo mejor del cine.

Recomendación:
Un clásico. Una Audrey Hepburn para siempre.

=Cité de Lord Buyinski= www.buyinski.wordpress.com