Recogiendo el guante que hábilmente Bryan Singer dejó en la saga original de X-men, Wolverine llegó a los cines el 2009 con una cinta que busca atar los cabos sueltos en su mente y revelar ese atractivo misterio referente a su pasado y génesis de rebeldía natural.

Así se concreta el proyecto ‘Orígenes’ con una vertiginosa narración astutamente montada desde el inicio, donde los personajes involucrados se muestran con toda su naturaleza en una apertura destacada, ya que permite a los fanáticos y al público general captar los diferentes perfiles y su evolución hacia los antagonismos, así como los llamados ‘peces gordos’.

Hugh Jackman hace lo suyo pero Liev Schreiber cumple una labor destacada en el film, donde otra diversidad de mutantes va acorde al sello ‘X’ de Singer, logrando una mixtura interesante con la usual presentación de poderes a sí mismo, del descubrimiento, donde Wolverine se consolida como el llanero solitario que conocimos desde que tenemos memoria.

La cinta no olvida su conexión con referentes clásicos de la saga y se da maña de insertar otros nuevos. Puede pecar de exceso de efectos especiales y esa manía enfermiza de exprimir sagas mediante precuelas, pero al margen de esas contras, “X-men Orígenes: Wolverine” es una entretenida aventura donde Jackman resulta tanto o más excluyente que su personaje, comprobando y validando la realización de esta película.

Obviamente serán varios los que no quedarán a gusto con el film, pero los fans pueden regocijarse conociendo en pantalla grande, con humor, ironía, acción y efectos especiales, el por qué de los traumas del héroe mutante de adamantium.

Recomendación:
Entretenida. Más que aceptable precuela de un carismático y emblemático personaje del cine actual y la cultura pop.