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Voto de Ivanna:
10
Voto de Ivanna:
10
8.0
77,347
Drama. Thriller
República Democrática Alemana, año 1984. El capitán Gerd Wiesler (Ulrich Mühe), un hombre solitario, es un competente oficial del servicio de inteligencia y espionaje de la Stasi, la todopoderosa policía secreta del régimen comunista de la RDA. Sin embargo, cuando le encomiendan que espíe a la pareja formada por un prestigioso escritor (Sebastian Koch) y una popular actriz (Martina Gedenk), no puede ni siquiera imaginar hasta qué punto ... [+]
8 de noviembre de 2009
8 de noviembre de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pienso que esta película es una obra maestra.
Todos los personajes están sumamente cuidados, gestos, posturas, miradas… Y la trama toca temas de un profundo contenido humano.
El capitán Gerd Wiesler, un hombre sombrío, frío, rígido. Su cuerpo y su forma de desplazase en los espacios nos dejan (en un principio) la sensación de que lleva en sus venas los estatutos y reglamentos de la Stasi (“Ministerium für Staatssicherheit”, Ministerio para la Seguridad del Estado). Su cuerpo, no sus ojos…
Todo tiene su lógica… en un régimen dictatorial siempre existe una escisión entre el ‘pensar’ y lo que podríamos llamar… ‘conciencia moral’. ¿Por qué? Porque el ‘pensar’ implica un retrotraerse hacia sí mismo, eso implica peligro. Pues, el pensar puede tirar por la borda creencias, o bien poner en cuestión lo que es dado por sabido, destruye axiomas en tanto aquellas verdades que tanto conocemos pasan a tener signos de interrogación. Por lo tanto para un régimen dictatorial, no es operativo el ‘pensar’…
Al comienzo de la película, hay una escena en la que el capitán Gerd Wiesler, interroga a un ‘subversivo’, y simultáneamente, vemos como enseña a los futuros colegas, la tarea. Estremece la frialdad y rectitud con qué lo hace, porque además, pueden vislumbrarse elementos pedagógicos exhaustivos. Amparados en el sentido de la obediencia absoluta a la autoridad (no a la ley, sino a la autoridad), que a su vez delinea una fuerte indiferencia hacia el prójimo y una aparente ausencia de sentimientos (tanto de culpa, como de cualquier tipo de sentimiento).
En esta parte de la película, el capitán está en la fase de ‘aceptar ordenes’, que defiende casi como a su vida (o más), pero cuando comienza su tarea de vigilar al matrimonio de artistas, la película pega un giro de 180 grados.
El rudimentario (moderno para la época) panóptico, va desenmascarando lo más esencial de un ser humano. El capitán no solamente ‘escucha’ a los sospechosos, sino que poco a poco se va metiendo en la historia. Su cuerpo mantiene la rigidez de la obediencia, pero sus ojos se permiten emocionarse, y es ahí cuando más se encuentra con él mismo, se ‘piensa’, siente…
No quiero dar más detalles de la película, porque como les recomiendo que la vean, no quiero estropear la emoción.
Pero sí, agregar que, cuando el capitán se introduce anónimamente en la vida del matrimonio, la película nos transporta a la otra cara del régimen, ‘los perseguidos’, los que cuestionan, los que piensan, los que sienten… A tal punto que te da la posibilidad de ‘vivir’ esos estares, esa sensación de ahogo, de no poder ‘ser’ (ausencia total de libertad), frustración…
Y como denominador común, la soledad en estado puro (que merece un capítulo aparte).
Todos los personajes están sumamente cuidados, gestos, posturas, miradas… Y la trama toca temas de un profundo contenido humano.
El capitán Gerd Wiesler, un hombre sombrío, frío, rígido. Su cuerpo y su forma de desplazase en los espacios nos dejan (en un principio) la sensación de que lleva en sus venas los estatutos y reglamentos de la Stasi (“Ministerium für Staatssicherheit”, Ministerio para la Seguridad del Estado). Su cuerpo, no sus ojos…
Todo tiene su lógica… en un régimen dictatorial siempre existe una escisión entre el ‘pensar’ y lo que podríamos llamar… ‘conciencia moral’. ¿Por qué? Porque el ‘pensar’ implica un retrotraerse hacia sí mismo, eso implica peligro. Pues, el pensar puede tirar por la borda creencias, o bien poner en cuestión lo que es dado por sabido, destruye axiomas en tanto aquellas verdades que tanto conocemos pasan a tener signos de interrogación. Por lo tanto para un régimen dictatorial, no es operativo el ‘pensar’…
Al comienzo de la película, hay una escena en la que el capitán Gerd Wiesler, interroga a un ‘subversivo’, y simultáneamente, vemos como enseña a los futuros colegas, la tarea. Estremece la frialdad y rectitud con qué lo hace, porque además, pueden vislumbrarse elementos pedagógicos exhaustivos. Amparados en el sentido de la obediencia absoluta a la autoridad (no a la ley, sino a la autoridad), que a su vez delinea una fuerte indiferencia hacia el prójimo y una aparente ausencia de sentimientos (tanto de culpa, como de cualquier tipo de sentimiento).
En esta parte de la película, el capitán está en la fase de ‘aceptar ordenes’, que defiende casi como a su vida (o más), pero cuando comienza su tarea de vigilar al matrimonio de artistas, la película pega un giro de 180 grados.
El rudimentario (moderno para la época) panóptico, va desenmascarando lo más esencial de un ser humano. El capitán no solamente ‘escucha’ a los sospechosos, sino que poco a poco se va metiendo en la historia. Su cuerpo mantiene la rigidez de la obediencia, pero sus ojos se permiten emocionarse, y es ahí cuando más se encuentra con él mismo, se ‘piensa’, siente…
No quiero dar más detalles de la película, porque como les recomiendo que la vean, no quiero estropear la emoción.
Pero sí, agregar que, cuando el capitán se introduce anónimamente en la vida del matrimonio, la película nos transporta a la otra cara del régimen, ‘los perseguidos’, los que cuestionan, los que piensan, los que sienten… A tal punto que te da la posibilidad de ‘vivir’ esos estares, esa sensación de ahogo, de no poder ‘ser’ (ausencia total de libertad), frustración…
Y como denominador común, la soledad en estado puro (que merece un capítulo aparte).