Chris Hemsworth no es un gran actor. Su mayor mérito es saber lucir palmito, pero como héroe de acción encaja perfectamente. Curiosamente, siendo más joven que Jason Statham, Vin Diesel o Dwayne Johnson, Hollywood no le está aprovechando demasiado en esa faceta fuera de Thor, un buen personaje que desgraciadamente ha terminado convertido en un bufón patético.
Pues bien, aquí Netflix le da su oportunidad, como mercenario en misión de rescate en la India.
Tras una presentación de la situación que no se enrolla, Chris entra en faena con tiros, persecuciones y puñetazos. Las coreografías de peleas están muy bien hechas, con cierto grado de violencia sin llegar a ser “gore”.
No es un film con un argumento complicado. Se limita a entretener con acción de calidad, en un estilo similar al de las películas que siguieron la estela de Rambo, pero salvando las distancias porque “Tyler Rake” tiene un enfoque más realista a lo Jason Bourne.
Además, tiene dos puntos (o puntazos) a su favor.
El primero: Ausencia total y absoluta de humor, que no es decir poco en pleno 2020. Nada de frases estúpidas cuando están intentando matarle. Ni una frase de chulo al final de una escena. Tyler se juega el cuello y no tiene tiempo para semejantes tonterías, que bastante ha hecho ya el payaso este actor con las últimas de Thor.
Y segundo, y no menos importante: La película incluye un potente, espectacular y bastante largo plano secuencia. Por el juego de cámara y la complejidad, está claro que tiene que tener sus trucos de postproducción, pero obviamente no se notan y el resultado es una pasada, en la que estamos justo al lado del soldado y el chico. Solo por esto, para mí pasa de sobra de ser una película de acción, a una sorpresa notable.