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Voto de Kurazis:
7
Drama. Intriga En 1964, en un pueblo sureño, donde el racismo está profundamente arraigado y el Ku Klux Klan reivindica violentamente la supremacía blanca, tres activistas defensores de los derechos humanos desaparecen sin dejar rastro. Dos agentes del FBI, de caracteres muy diferentes, se harán cargo de la investigación. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué hacer cuando en una región del país la ley es terreno vacío y carente de justicia para ciertos grupos humanos de la población? ¿Cómo procedemos, cómo actuamos? ¿Qué hacer cuando nuestro joven idealismo se funda en la ley, pero la experiencia de quien conoce la zona nos revela la eficacia de los métodos poco ortodoxos? En el fondo, ¿Cómo enfrentar la violencia y el odio desenfundado? Las conductas físicas se pueden normal, prohibir o sancionar. En cambio, modificar las cosmovisiones, los pensamientos, los prejuicios profundamente arraigados y reinvindicados desde décadas, es un proceso lento, quizás infinito y no exento de violencia. Pero es un ejercicio necesario e imprescindible. Un alegato justo a favor de la denuncia social, más cuando ése odio acarrea segregación, linchamientos, asesinatos e impunidad. El racismo no se pone en discusión, se destruye. Entonces, volvemos al principio, ¿El fin justifica los medios?. Quizás la única herramienta para avisorar una solución a la violencia indiscriminada, es la violencia más "controlada". Sin embargo, esto nos tralada a los abusos, a los límites de la justicia, a la ley del más fuerte, encenrrándonos en un círculo vicioso donde el proceder violento y mediático puede desembocar una reacción de la sociedad que alimente con más fuerza las arcas enemigas, fustigada por el intromisión del foráneo. Prejuiciar y condenar a toda una comunidad no es atacar a nadie ni tampoco es un proceder viable.

¿Qué hacer, entonces? Una herramienta lícita es atacar la máquina social que fábrica y que enseña el odio, que promueve la violencia y que busca perpetuar el cáncer de la segregación, del apartheid racial, a fin de conseguir la perpetuidad de su "causa". Concientizar a la opinión pública sobre la barbarie de ésa organización social que utiliza los mismos métodos de violencia, de extorsión y de hostilidad. Esto, cabe precisar, no nos soluciona el problema del todo, pero envía un mensaje, una potente señal de atacar la infamia, el libre albeldrío y la impunidad en tierra de nadie. Una señal de nuevos tiempos extendible a toda la realidad nacional, y que cobijan profundos cambios fundados en valores y doctrinas morales ajenas al sometimiento de un ser humano a manos de otro individuo. Quizás la justicia de la época, ciega bajo un manto de colores, no sea la mejor aliada para el camino legal, pero sí es un escenario propicio para dar entender que hay otro camino de comunidad, de unión, de convivencia más fraterna y amena. Al fin y al cabo ése fue el propósito de la lucha de los derechos civiles de los afroamericanos en la década de 1960, garantizar la igualdad ante la ley y el goce de los derechos básicos de los regazados no sólo ante el sistema judicial, sino también ante sus ciudadanos, independiente de su condición racial, que validaban ése sistema político y esas prácticas sociales, para así sumergirse en una larga transición hacía valores más democráticos e igualitarios.

Recomendable.
Kurazis
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