Desarrollada con un intenso pulso de sus actores principales, narra de manera certera la desolación que causa la pérdida de un ser querido en la psique de sus familiares más allegados retratando con dureza cómo sus vidas se van haciendo añicos cual cristal de bohemia. Esa rotura se ve reflejada a la perfección en los dos actores principales, un matrimonio interpretado excepcionalmente por Nicole Kidman (Cold Mountain) y Aaron Eckhart (Invasión a la Tierra) que dan una master class de actuación dramática a la altura de pocos, con momentos de furia (ojo a la discusión central acaparada por Eckhart), desasosiego, paz, redención y hasta el humor más sutil, oculto entre la tragedia que emerge en sus momentos más insospechados. Junto a ellos también cabe mencionar a Miles Teller (Whiplash) en un papel sostenido de culpabilidad y la veterana Dianne Wiest (Mula) como paciente consejera.
Buen trabajo del director John Cameron Mitchell (Shortbus) que alcanza su mejor obra hasta la fecha apoyado en el buen hacer de su elenco, su sencilla, pero potente, puesta en escena y su gran labor para dotar a sus actores de vida en esta cinta que versa sobre el descenso a los infiernos y su paulatina salida con el tiempo y la amistad y la familia.