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Voto de Argoderse:
8
Thriller. Drama Con las deudas amontonándose y los matones pisándole los talones, un deslenguado joyero de Nueva York lo arriesga todo con la esperanza de mantenerse a flote. Y vivo. (FILMAFFINITY)
2 de febrero de 2020
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adam Sandler es un actor extremista. No él, propiamente dicho. Sino lo que genera en el público y la crítica. Le odias o le amas. No hay término medio. Y por lo general hay más detractores que simpatizantes, aunque sea un tipo fundamental en la industria cinematográfica, pues genera millones de dólares y puestos de trabajo, algo que con Netflix va a seguir repitiendo. Que sea arte o no, eso es elección de cada uno. Pero como dice Cuba Gooding Jr.: 'Show me the money'.

En fin, que el protagonista de Ejecutivo agresivo, Little Nicky o Un papá genial -para mi sus mejores comedias- está recientemente de actualidad porque deja a un lado su vis cómica para mostrar otra más dramática en Diamantes en bruto, de los hermanos Safdie -título que define a Sandler-. Y con Martin Scorsese como productor ejecutivo. Faceta que el genio ya ejerció últimamente con Joker. Las dos muy influenciadas por ese halo que caracteriza a su cine.

Y no es la primera vez que Adam Sandler enseña al mundo esta cara, puesto que estaba fabuloso en Punch Drunk Love y era lo mejor de The Meyerowitz Stories. Ahora completa la triple corona dramática con una interpretación descomunal en la piel de Howard Ratner, propietario de una joyería y cuya única religión, aparte del Judaísmo, es el dinero.

Diamantes en bruto es una metáfora impecable de un partido de baloncesto hecho cine. Hasta el final todo cuenta y nada está decidido. La puesta en escena de los hermanos Safdie es vital para su triunfo. La cámara sigue en todo momento a los protagonistas. Está encima de ellos y eso traspasa la pantalla.

Crean de esta forma una atmósfera atosigante, tensa y asfixiante que es perfecta para entender el peso que soporta Sandler. Las deudas son una losa y generan una frustración contagiosa. Llega a sacar de quicio en estos momentos en los que parece que no hay salida a tanto error y tanta metedura de pata.

Ahí, llevado al límite, es cuando el actor neoyorquino pone toda la carne en el asador y da un recital. Puñetazo en la mesa en toda regla. De hecho en los momentos más flojos del filme, mediada la obra, donde el ritmo empieza flaquear y se vuelve todo muy confuso entre diamantes y deudas, él consigue que no naufrague, echándose a la espalda todo el peso de un guión que tras bajar, sube, sube y no deja de subir hasta un clímax maravilloso.

En definitiva, una película de notable alto y que sirve a los fans de Adam Sandler para callar a más de una boca snop en esas discusiones sobre si éste u otro son mejores o peores actores. Ahora al menos son tres las razones para aclamarle, con esta historia de dinero, avaricia, lujuria y superstición en Nueva York.

Más datos sobre esta y otras películas en www.argoderse.com
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