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Voto de CODY JARRET:
8
Voto de CODY JARRET:
8
7.6
60,348
Comedia. Drama. Romance
Hollywood, 1927. George Valentin es una gran estrella del cine mudo a quien la vida le sonríe. Pero con la llegada del cine sonoro, su carrera corre peligro de quedar sepultada en el olvido. Por su parte, la joven actriz Peppy Miller, que empezó como extra al lado de Valentin, se convierte en una estrella del cine sonoro.
18 de diciembre de 2011
18 de diciembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El futuro es inevitable e imparable, aunque nos lleve al desastre, y ese futuro cada vez es más veloz, los cambios son constantes. Si nos paramos un segundo y retrocedemos solo unos 20 años, nos resultaría casi imposible imaginarnos sin móvil, sin redes sociales, y sin esa constante conexión con el resto del mundo que al mismo tiempo nos mantiene separados.
Por eso se agradece que de vez en cuando lleguen a las pantallas películas como “The Artist”, donde nos retrotrae a esos “maravillosos” años 20 y 30 hollywoodienses. Y digo maravillosos entre esas comillas, que ya discuten su significado de excelencia, porque toda época tiene sus cosas buenas y malas, gente que vive bien y otros que lo pasan fatal, pero nos quedamos con lo mejor, lo que no nos gusta lo descartamos, idea también tratada en la reciente “Midnight in Paris” de Woody Allen, y que al parecer van a ser grandes rivales en esto de la carrera por los premios cinematográficos. No olvidemos, como nos recuerda Hazanavicius, que fue el periodo de la gran depresión que se inicio en 1929.
El film francés nos habla principalmente de 3 aspectos: el cambio o como nos adaptamos a él, aceptándolo o no; la nostalgia hacia otras épocas, no vividas por la inmensa mayoría de los que seguimos habitando el planeta; y el orgullo, ese bicho interno que cada uno lleva dentro y que cuando intenta salir, y sale, se nos atraganta no dejándonos respirar ni ver más allá de nuestro cuerpo.
El director arriesga en su propuesta, desde mi perspectiva sobre seguro, al entregarnos una película muda y en glorioso blanco y negro con el estilo de aquellos años. Sobre seguro porque juega con la nostalgia y el bagaje cinematográfico que el espectador ya acarrea, allá por festival por el que ha pasado ha obtenido el premio del público. Parte de una idea ya vista: el trauma que puede provocar el paso del cine mudo al sonoro en estrellas silentes, magníficamente recreado en el musical “Cantando bajo la lluvia”, pero lo que allí se centraba en los que sabían o tenían la capacidad para adaptarse, aquí se nos presenta en la obstinación de George Valentin (Jean Dujardin ), que niega el futuro hundiéndose en un pasado glorioso que se olvida rápido y que ya no regresará. Realiza guiños cinematográficos, como ese plano picado a lo “Cuidadano Kane” cuando George descubre su museo particular de una ayuda que se niega a aceptar, e incluso coge prestado el fabuloso tema de “Vértigo” para la escena cumbre y de mayor clímax. Reconozco que esta música me sacó un poco de la película y me llevo a las imágenes obsesivas e hipnóticas del maestro Hitchcock.
Sigue en spoiler por falta de espacio
Por eso se agradece que de vez en cuando lleguen a las pantallas películas como “The Artist”, donde nos retrotrae a esos “maravillosos” años 20 y 30 hollywoodienses. Y digo maravillosos entre esas comillas, que ya discuten su significado de excelencia, porque toda época tiene sus cosas buenas y malas, gente que vive bien y otros que lo pasan fatal, pero nos quedamos con lo mejor, lo que no nos gusta lo descartamos, idea también tratada en la reciente “Midnight in Paris” de Woody Allen, y que al parecer van a ser grandes rivales en esto de la carrera por los premios cinematográficos. No olvidemos, como nos recuerda Hazanavicius, que fue el periodo de la gran depresión que se inicio en 1929.
El film francés nos habla principalmente de 3 aspectos: el cambio o como nos adaptamos a él, aceptándolo o no; la nostalgia hacia otras épocas, no vividas por la inmensa mayoría de los que seguimos habitando el planeta; y el orgullo, ese bicho interno que cada uno lleva dentro y que cuando intenta salir, y sale, se nos atraganta no dejándonos respirar ni ver más allá de nuestro cuerpo.
El director arriesga en su propuesta, desde mi perspectiva sobre seguro, al entregarnos una película muda y en glorioso blanco y negro con el estilo de aquellos años. Sobre seguro porque juega con la nostalgia y el bagaje cinematográfico que el espectador ya acarrea, allá por festival por el que ha pasado ha obtenido el premio del público. Parte de una idea ya vista: el trauma que puede provocar el paso del cine mudo al sonoro en estrellas silentes, magníficamente recreado en el musical “Cantando bajo la lluvia”, pero lo que allí se centraba en los que sabían o tenían la capacidad para adaptarse, aquí se nos presenta en la obstinación de George Valentin (Jean Dujardin ), que niega el futuro hundiéndose en un pasado glorioso que se olvida rápido y que ya no regresará. Realiza guiños cinematográficos, como ese plano picado a lo “Cuidadano Kane” cuando George descubre su museo particular de una ayuda que se niega a aceptar, e incluso coge prestado el fabuloso tema de “Vértigo” para la escena cumbre y de mayor clímax. Reconozco que esta música me sacó un poco de la película y me llevo a las imágenes obsesivas e hipnóticas del maestro Hitchcock.
Sigue en spoiler por falta de espacio
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aún siendo una película muda, se apoya en el uso conductor de la música, una música que nos va guiando por las emociones, y recurre a los rótulos, en ingles, cosa del mercado, en momentos clave, quizá por no saber o no poder transmitir sin la palabra aquello que se pretendía, como sí consigue su compatriota Sylvain Chomet en las magníficas "L'illusionniste" o "Bienvenidos a Belleville", ambos film de animación y que desde aquí recomiendo. Para mí este es el único pero de la película, que sigue siendo mágica y maravillosa, llena de sensaciones y emociones, con escenas muy conseguidas e inolvidables, con una recreación de la época casi de teletransportación, y 2 apabullantes interpretaciones: Jean Dujardin y Bérénice Bejo, o George Valentin y Peppy Miller, perfectamente conjuntados, cómplices y radiantes, sabiendo pasar perfectamente del histrionismo y sobreactuación del cine mudo en el cine, a la sutileza y contención llena de matices en la ficción real de sus personajes.
Destacar a 2 secundarios, John Goodman y James Cromwell, que como curiosidad, decir de este último, que en “RKO 281” recreación de los múltiples problemas que tuvo Orson Welles para parir “Ciudadano Kane”, Cromwell interpretaba a William Randolph Hearst, magnate que inspiró a Welles para a través de esa palabra Rosebud, mediante un gran flashback nos contará esa historia inolvidable que cambió el cine para siempre.
Para terminar, Michel Hazanavicius , acude un par de veces al sonoro, una en forma de pesadilla, y otra casi como ley de vida. Esa pesadilla que representa lo que todos hemos vivido, ese cambio que nos complica y que no nos deja dormir, que nos obsesiona y nos paraliza, pero que casi siempre, acabamos adaptándonos a él, o siendo domados para que la vida continúe en su transcurrir hasta la siguiente metamorfosis.
Enhorabuena, se ha vendido todo, no le queda nada
Destacar a 2 secundarios, John Goodman y James Cromwell, que como curiosidad, decir de este último, que en “RKO 281” recreación de los múltiples problemas que tuvo Orson Welles para parir “Ciudadano Kane”, Cromwell interpretaba a William Randolph Hearst, magnate que inspiró a Welles para a través de esa palabra Rosebud, mediante un gran flashback nos contará esa historia inolvidable que cambió el cine para siempre.
Para terminar, Michel Hazanavicius , acude un par de veces al sonoro, una en forma de pesadilla, y otra casi como ley de vida. Esa pesadilla que representa lo que todos hemos vivido, ese cambio que nos complica y que no nos deja dormir, que nos obsesiona y nos paraliza, pero que casi siempre, acabamos adaptándonos a él, o siendo domados para que la vida continúe en su transcurrir hasta la siguiente metamorfosis.
Enhorabuena, se ha vendido todo, no le queda nada