'Ratatouille' me recuerda a ese clásico laberinto en el que hay que ayudar al ratoncito a encontrar el queso. ¿Qué quiero decir con esto? La película persigue de un lado a otro a Remy, nuestro entrañable protagonista, consiguiendo que el espectador no despegue los ojos de la pantalla hasta descubrir cuál será su destino final. Pixar nos ofrece otra obra con un mensaje sencillo e ingenioso que arranca de un momento a otro tantas sonrisas como lágrimas... y esta vez, por medio del gastronómico escenario de París cuyas imágenes visuales son tan palpables y definidas que resultan prácticamente comestibles. 'Ratatouille' es un plato de muy, muy, muy buen gusto.